“Back to Black”, la reciente película de Olafur Eliasson, no es simplemente un biopic; es una inmersión profunda y a menudo perturbadora en la vida de Amy Winehouse. La película se atreve a no glorificar el mito de la estrella, sino a presentar una figura humana, vulnerable y, francamente, autodestructiva. Eliasson, conocido por sus instalaciones visuales y su exploración de la percepción, se adentra en el mundo íntimo de Winehouse, centrándose no tanto en el éxito y los Grammy, sino en el tormento interno que la consumió.
La dirección de Eliasson es cautivadora. Evita la estética convencional de los biopics, optando por una paleta de colores oscura y envolvente, casi claustrofóbica en ocasiones. La fotografía, a cargo de Larkin Powell, es exquisita, utilizando la luz y la sombra para reflejar el estado emocional de la protagonista. Las secuencias musicales son especialmente impactantes, integrando la música de Winehouse en el flujo narrativo de una manera que no se siente como una simple banda sonora, sino como parte integral de la experiencia. Se nota una reverencia genuina por la música y un deseo de transmitir su esencia.
El papel de Marisa Berenson es, sin duda, la piedra angular de la película. Berenson ofrece una interpretación absolutamente magistral de Amy, capturando su icónica voz, su actitud desafiante y, más importante aún, su fragilidad. No es una recreación superficial; Berenson logra transmitir la angustia, la frustración y la desesperación de una mujer que lucha contra sus demonios internos. Su actuación es un equilibrio perfecto entre la fuerza y la vulnerabilidad, y es la que da mayor impacto emocional a la cinta. El resto del elenco cumple con creces, aunque los personajes secundarios no reciben el mismo nivel de desarrollo que el de Winehouse.
El guion, adaptado de la biografía de Andrew Loizou, presenta un retrato ambivalente. Si bien explora con honestidad la adicción de Amy y las razones detrás de su comportamiento autodestructivo, a veces se siente algo superficial en la exposición de sus relaciones personales y las motivaciones que impulsaron sus decisiones. Se podría haber profundizado más en el contexto social y emocional de su vida, particularmente en su relación con Blake. La película se centra en la experiencia individual de Amy, pero, por momentos, podría haber beneficiado de una mayor exploración de las fuerzas externas que la moldearon.
En definitiva, "Back to Black" es una película difícil de ver, pero profundamente conmovedora. No es una celebración, sino una meditación sobre la ambición, la adicción y la fragilidad humana. Es un retrato crudo y honesto de una vida que, aunque breve, dejó una huella imborrable en la historia de la música. La película invita a la reflexión y, quizás, a una mayor comprensión de la figura de Amy Winehouse, más allá de la leyenda.
Nota: 7/10