Bairro (2013)

“Bairro” (Neighborhood) no es una película que te abra los ojos, sino que te arrastra a una atmósfera densa y opresiva, a un rincón olvidado de Lisboa que se siente terriblemente real. Dirigida por Ivo M. Ferreira, la película, más que ofrecer un espectáculo visual, se centra en el alma de Estrela Polar, un área residencial marginal donde la ley se convierte en una mera sugestión. La película no busca justificar los actos de los criminales que habitan ese barrio, sino que explora la lógica de una vida marcada por la supervivencia, la violencia y la falta de alternativas.

La dirección de Ferreira es magistral, creando una sensación constante de inquietud. Las tomas son lentas, casi contemplativas, y se concentran en los rostros, en los gestos, en las miradas. La fotografía, en tonos sófisticados y apagados, refleja la corrupción y la pobreza que impregnan cada rincón. Se utiliza el color con una precisión increíble, subrayando la desesperación de los personajes y la dureza del entorno. No hay heroísmo ni nobleza en “Bairro”; solo la crudeza de la realidad.

Carloto Cotta ofrece una interpretación fundamental como Diana, la líder de la banda. Su personaje no es una villana caricaturesca, sino una mujer pragmática, fría y calculadora, cuyas decisiones, aunque moralmente cuestionables, están impulsadas por una necesidad implacable de proteger a su familia y a sus seres queridos. La química entre Cotta y Marco Costa, quien interpreta a Afonso Pimentel, es palpable y añade una capa de complejidad a las relaciones dentro de la banda. Maria João Bastos aporta una vulnerabilidad amenazante a su personaje, un elemento clave en el entramado narrativo.

El guion, en manos de Ferreira y Ricardo Pessoa, es inteligente y ambicioso. La historia no se basa en giros argumentales baratos. Se construye lentamente, revelando información gradualmente y manteniendo al espectador en vilo. El ritmo, deliberadamente pausado, permite desarrollar la profundidad de los personajes y explorar las motivaciones que los impulsan. La película no es fácil de ver, es incómoda incluso, pero esta es precisamente su fortaleza. “Bairro” desmitifica la imagen del barrio marginal, mostrando la vida cotidiana de aquellos que viven al margen de la ley, revelando sus sueños, sus miedos y sus frustraciones. El foco se centra en las consecuencias, tanto a nivel individual como comunitario, de las actividades ilícitas.

En definitiva, "Bairro" es una obra poderosa y conmovedora, una denuncia social sutil pero impactante que ofrece una visión honesta y sin concesiones de un mundo olvidado. No es una película que te dejará una sonrisa en los labios, pero sí te hará reflexionar sobre la complejidad de la condición humana.

Nota: 8.5/10