Bait (Carnada) (2012)

“Bait (Carnada)” es una experiencia cinematográfica visceral, un thriller de supervivencia que se atreve a desafiar las convenciones del género y a apelar a los instintos más primarios del espectador. La película, a pesar de su premisa aparentemente simple – un supermercado atrapado por un tsunami y un tiburón blanco – logra construir una tensión constante y claustrofóbica que te mantiene pegado a la pantalla hasta el final. Más que un mero ejercicio de terror, “Bait” es una disección inquietante de la condición humana, explorando temas como la supervivencia, la codicia, el liderazgo y la fragilidad de la civilización frente a la amenaza implacable de la naturaleza.

La dirección de Dean Debucci es, sin duda, la piedra angular de la película. Se nota un control meticuloso en cada plano, en cada toma. Deucci utiliza la claustrofobia del entorno del supermercado, con sus pasillos estrechos y las luces fluorescentes que parpadean, para intensificar el sentimiento de opresión. El uso de la cámara es impactante; planos cerrados, tomas aéreas que muestran la escala de la amenaza externa, y primeros planos que capturan la desesperación en los rostros de los personajes. La película no se basa en sustos fáciles o gore excesivo, sino en la creación de una atmósfera de terror psicológico que se instala en la mente del espectador y no abandona. La coreografía de las escenas de lucha, aunque contenida dentro de un espacio reducido, es sorprendentemente efectiva y realista, reforzando la sensación de que los personajes están verdaderamente luchando por sus vidas.

El reparto es, en general, sólido. Logan Lerman se distingue como Mark, el joven encargado de seguridad que se ve obligado a asumir el liderazgo en una situación desesperada. Su actuación es creíble, mostrando tanto la determinación como el miedo que siente. El resto del elenco, compuesto principalmente por actores desconocidos, cumplen su función de aportar diversidad a la dinámica del grupo. Aunque algunos roles no están tan desarrollados, todos contribuyen a la sensación de que estamos presenciando un evento único y aterrador.

El guion, escrito por Debucci y Ben Ketai, es donde la película realmente destaca. No se limita a presentar una situación de peligro, sino que explora las consecuencias psicológicas de la supervivencia. Se cuestiona quiénes somos cuando se enfrentamos a la muerte. Las decisiones que toman los personajes, a menudo basadas en la codicia, el egoísmo o la desesperación, son moralmente ambiguas, lo que hace que la historia sea aún más inquietante. La película introduce elementos de suspense y trampa que mantienen al espectador en vilo, anticipando lo que va a pasar a continuación. Aunque el ritmo podría ser más ágil en algunos momentos, la complejidad de la trama y la exploración de los personajes compensan la lentitud ocasional. La película logra construir un final que, aunque no es un final feliz, es coherente con la historia y deja una impresión duradera en el espectador.

Nota: 7/10