“Bautistas en Nuestra Parrillada” (Baptists at Our Barbecue) no es una película que se olvida fácilmente. Es un torbellino de humor absurdo, una explosión de personalidad y una mirada sorprendentemente agridulce a los límites de la discordia y la convivencia. La película, dirigida con una audaz y a menudo caótica energía por Kurtis Davidson, no se contenta con ofrecer una simple comedia de ciudad pequeña; se sumerge en un conflicto aparentemente interminable y explora las raíces emocionales que lo alimentan.
El corazón de la película reside en la comunidad de Longwinded, un lugar donde las tensiones entre los mormones y los bautistas han sido tan arraigadas que incluso la barbacoa anual se ha convertido en una batalla territorial. El guion, en gran parte escrito por el propio Davidson, está lleno de diálogos ingeniosos y situaciones ridículas que, sin embargo, están impulsados por personajes genuinamente complejos. No se trata de una caricatura simplista; aunque la exageración es recurrente, los motivaciones de cada personaje, incluso los más excéntricos, se comprenden y se sienten. La película reconoce que la animosidad, a veces, surge de un dolor subyacente, de un miedo a lo desconocido y de la frustración de no poder comunicarse. Se atreve a mostrar que detrás de las fachadas y las diferencias religiosas, hay individuos buscando conexión y, en última instancia, amor.
El reparto es una joya. Brandon Scott Jones, como el protagonista, Bartholomew, ofrece una interpretación magistral. Su Bartholomew es un hombre con una genuina (y a menudo exasperante) determinación para poner fin a la disputa, pero también es vulnerable, inseguro y anhela desesperadamente ser aceptado por la mujer que ama. Alrededor de él, la película cuenta con un elenco secundario excepcionalmente talentoso. La química entre Jones y la intérprete de la mujer, Shannon Stewart, es palpable y ofrece un contrapunto emocional a la locura que rodea a los personajes. Además, el trabajo de los actores que interpretan a los líderes comunitarios y a los habitantes de Longwinded es particularmente memorable, con actuaciones que van desde el cómico hasta el francamente conmovedor.
La dirección de Davidson es clave para el éxito de la película. Utiliza la cámara de manera dinámica y creativa, alternando entre planos amplios que capturan la vastedad del paisaje y primeros planos que se centran en las expresiones de los personajes. La banda sonora, con su mezcla ecléctica de country, bluegrass y gospel, complementa a la perfección la atmósfera de la película. Pero quizás lo más importante es la habilidad de Davidson para equilibrar la comedia con la sensibilidad. La película se ríe de la discordia, pero también se preocupa por el impacto que tiene en las vidas de las personas. Es un retrato agridulce de una comunidad dividida, pero también de la esperanza de la reconciliación. “Bautistas en Nuestra Parrillada” es una película original, refrescante y sorprendentemente profunda.
Nota: 8/10