“Barbarian” es, sin duda alguna, una de las películas más sorprendentes y desconcertantes que he visto en mucho tiempo. Zack Kuperman, su director, ha logrado construir una atmósfera de suspense meticulosa y gradual, que culmina en un giro argumental que desafía las expectativas del espectador y lo deja reflexionando mucho después de que las luces se enciendan. La película no se dedica a largas explicaciones ni a justificaciones, optando por un camino más sutil y perturbador, dejando que el espectador rellene los espacios en blanco con sus propias interpretaciones y miedos.
La historia, aunque basada en una premisa aparentemente sencilla – una joven viajera que se encuentra con un huésped no invitado en una casa alquilada – se expande rápidamente en un territorio de horrores psicológicos y monstruos visuales. El guion, coescrito por Kuperman y Andrew Van Henry, es inteligente y, en su mayor parte, excepcionalmente efectivo. No se basa en sustos fáciles o gore innecesario, sino en la creación de una sensación de inquietud persistente, alimentada por la ambigüedad y el desarrollo paulatino de los personajes. La construcción de la tensión es magistral, y el ritmo de la película, aunque aparentemente lento en ocasiones, es deliberado y funcional para el impacto final.
El reparto es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Georgina Campbell ofrece una actuación magnífica como Tess, la joven protagonista, transmitiendo con naturalidad el miedo, la confusión y la creciente desesperación a medida que los acontecimientos se vuelven más surrealistas. Justin Long, en el papel del hombre desconocido, cumple su labor con una mezcla de extrañeza, vulnerabilidad y una perturbadora falta de control. Pero es Bill Skarsgård, que regresa al cine después de su memorable interpretación de Pennywise en “It”, quien realmente roba la atención. Su personaje, un hombre aparentemente inofensivo y problemático, se transforma de manera inquietante y sorprendente, convirtiéndose en una de las figuras más memorables del género.
Visualmente, “Barbarian” es un festín para los ojos. La fotografía de Sayombhu Mukdeeprom es oscura y atmosférica, creando un ambiente opresivo y claustrofóbico que refleja el estado mental de los personajes. La dirección de arte y el diseño de producción contribuyen a la construcción de una estética gótica y decadente, que evoca a películas clásicas de terror como “La Mosca” o “El Exorcista”. Los efectos especiales, aunque no son ostentosos, se integran de manera natural en la narrativa, realzando la sensación de horror psicológico. Kuperman demuestra una habilidad notoria para conseguir que los espacios, incluso los aparentemente familiares, se conviertan en lugares de peligro y paranoia.
A pesar de su éxito general, “Barbarian” no está exento de ciertas debilidades. Algunos giros argumentales pueden parecer un poco forzados al final, y el ritmo podría ralentizarse un poco en los momentos centrales. Sin embargo, estos pequeños defectos se compensan con creces por la intensidad emocional, la atmósfera perturbadora y la sorprendente revelación final. En definitiva, es una experiencia cinematográfica que se queda contigo mucho tiempo después de haberla visto.
Nota: 8.5/10