Batas Ng .45 (1991)

“Batas Ng .45” no es una película que se olvida fácilmente. Dirigida y protagonizada por Fernando Poe Jr., esta obra maestra del thriller policial filipino de 1978 trasciende el género, convirtiéndose en un reflejo visceral de la corrupción y la desilusión de una nación en plena transición. Más allá de la violencia gráfica que, en su momento, generó controversia, la película revela una complejidad moral y un retrato social inquietante que sigue resonando hoy en día.

Poe Jr. asume el papel de un detective arruinado, un hombre idealista cuyo honor se ve desmembrado por un sistema judicial sistemáticamente manipulado. La frustración y el dolor que emanan de su personaje son palpables, y la actuación de Poe Jr. es, en su totalidad, una revelación. No se trata de un héroe convencional, sino de un hombre roto, consumido por la injusticia pero aferrado a un código de honor que lo impulsa a seguir adelante. Su mirada, llena de desesperación y determinación, es lo que realmente da vida a este personaje.

La película destaca particularmente por su dirección. Poe Jr., además de actuar, se inmoló en el proyecto, trabajando en cada detalle. La fotografía, con un uso magistral de la luz y la sombra, contribuye a crear una atmósfera opresiva y claustrofóbica que refleja la desesperación del protagonista. El ritmo, deliberadamente pausado, permite construir la tensión de manera gradual y efectiva, logrando que el espectador se sienta inmerso en la investigación y, a su vez, en la angustia del detective.

El guion, aunque puede resultar a veces un tanto melodramático, es notablemente inteligente. La trama, centrada en la búsqueda de un asesino y la exposición de una red de corrupción que llega hasta las más altas esferas del poder, es sorprendentemente ambigua. La película no ofrece respuestas fáciles y obliga al espectador a cuestionarse sobre la naturaleza de la justicia y la verdad. La incorporación de personajes secundarios, como el leal Timmy Cruz y el experimentado Paquito Díaz, añade profundidad a la historia y contribuye a la complejidad moral de la trama. Estos compañeros, aunque con distintos enfoques, se convierten en un ancla para el protagonista en su lucha contra el sistema.

Es importante reconocer que, con los estándares actuales, la película podría considerarse excesivamente violenta y, en ciertos momentos, lenta. Sin embargo, al replantearla en su contexto histórico y considerando la ambición y la valentía del proyecto de Poe Jr., “Batas Ng .45” se erige como un documento invaluable sobre la corrupción y la falta de justicia en Filipinas. Su impacto, tanto en la historia del cine filipino como en el debate social, es innegable.

Nota: 8/10