“Batman: Gotham a Luz de Gas” es una película que, sin duda, plantea un experimento interesante y, a veces, inquietante dentro del universo cinematográfico de DC. La propuesta, situada en una Gótica victoriana abrazada por la industrialización y la promesa de la luz eléctrica, es visualmente deslumbrante. Christopher Nolan, a través de un diseño de producción impecable, logra recrear una Gótica que es a la vez opulenta y decadente, donde la riqueza se entrelaza con la desesperación en calles iluminadas por gas y la promesa de un futuro brillante que apenas se filtra en la sombra. La fotografía de Stuart Baird contribuye enormemente a esta atmósfera, utilizando colores sólicos y sombras profundas que acentúan la sensación de claustrofobia y peligro constante.
Sin embargo, la película no se limita a ser un ejercicio visual. El guion, escrito por Matt Reeves y Peter Cappelli, profundiza en la psicología de Bruce Wayne, explorando sus motivaciones más allá de la simple venganza. Lo vemos no solo como un héroe implacable, sino como un hombre atormentado por el pasado y consumido por la necesidad de controlar la ciudad, una Gótica que se está volviendo cada vez más dependiente de su influencia. La relación entre Bruce y Selina Kyle, interpretada magistralmente por Zoë Kravitz, es el corazón de la narrativa. Su dinámica, basada en la atracción, el respeto y un entendimiento tácito de la necesidad de sobrevivir en un mundo cruel, es excepcionalmente bien construida y se convierte en el motor de la trama. Kravitz ofrece una actuación sutil y compleja, elevando la película por encima de un simple relato de superhéroes.
Robert Pattinson, como Batman, entrega una interpretación notablemente contundente y menos orientada a la acción que en entregas anteriores. Su Batman es más un observador, un manipulador, un agente de control, más que un luchador físico. Su presencia se siente en cada momento, en cada silencioso análisis de la situación. La dirección de Nolan se centra en el misterio y la tensión, utilizando el suspense psicológico para crear un ambiente de paranoia y desconfianza. La banda sonora, compuesta por Michael Giacchino, complementa perfectamente la atmósfera, intensificando la sensación de inminente peligro. No obstante, el ritmo, a veces, se vuelve un poco irregular, con momentos de gran tensión interrumpidos por pasajes que se alargan innecesariamente. Además, la trama principal, aunque intrigante, se siente a veces un tanto confusa, con demasiados personajes secundarios que, aunque bien interpretados, no aportan mucho al desarrollo de la historia.
En definitiva, "Batman: Gotham a Luz de Gas" es una película que, si bien no alcanza la perfección, ofrece una visión fresca y original del Caballero Oscuro. Es una experiencia cinematográfica que premia la inteligencia visual y el análisis psicológico, superando las expectativas de los aficionados al género y, quizás, sorprendiendo a algunos. La película demuestra que el Batman de Nolan puede ser mucho más que simple justicia; puede ser una fuerza que define y controla una ciudad al borde del colapso.
Nota: 7.8/10