Batman vs Superman: El amanecer de la justicia (2016)

“Batman vs Superman: El amanecer de la justicia” es, en su esencia, una película que se lamenta de su propia existencia. Producida con un presupuesto colosal, la ambición de Warner Bros. era clara: presentar a dos de los superhéroes más icónicos del mundo en un choque titánico. Y en términos de espectáculo visual, la película cumple con creces. Las secuencias de acción, especialmente la batalla en la Torre de Willis, son impresionantes y de una escala que raramente se ve en el cine de superhéroes. Sin embargo, este virtuosismo visual se queda a menudo en un nivel superficial, como una exhibición de recursos técnicos en lugar de una narrativa cohesiva. El uso de CGI, aunque avanzado, a veces resulta abrumador, desdibujando la sensación de realismo que podría haber enriquecido la historia.

La dirección de Zack Snyder es inconfundible, con su esteticismo particular marcado por la saturación de colores, la deliberada lentitud y la frecuente interrupción de la acción con planos contemplativos. Si bien esta estética contribuye a la atmósfera visual, también ralentiza el ritmo de la película, restándole dinamismo a una narrativa que necesita desesperadamente más tensión. Snyder parece obsesionado con el conflicto, un conflicto que, en última instancia, se siente artificial y carente de profundidad emocional. La película se pierde demasiado en la construcción de la confrontación entre los dos titanes, olvidando explorar sus motivaciones individuales y las repercusiones de sus acciones.

Las actuaciones son mixtas. Ben Affleck como Batman ofrece una interpretación más en sintonía con la complejidad del personaje que se vislumbra en el universo cinematográfico de DC. Su Batman es un hombre atormentado, un vigilante brutal y pragmático, consumido por la justicia y la pérdida. En cambio, Henry Cavill como Superman, por desgracia, no logra transmitir el peso de su responsabilidad como el último hombre de esperanza. Su personaje, en general, se siente desprovisto de agencia y carente de la vulnerabilidad que lo define en los cómics. Amy Adams como Lois Lane, aunque competente, se reduce a un papel secundario, relegada a la función de interés romántico que, en su mayoría, no llega a ser convincente. Jesse Eisenberg, por otro lado, ofrece una representación excesivamente intelectualizada y a menudo confusa de Bruce Wayne. Su Batman, aunque interesante conceptualmente, carece de la presencia física y la intensidad emocional necesarias para ser realmente memorable.

El guion es, sin duda, el mayor problema de la película. Los diálogos son recurrentemente torpes y expositivos, y la trama, basada en conflictos ideológicos predecibles y clichés del género, no ofrece nada de original. La introducción de una nueva amenaza, Zod, se siente como una excusa para justificar la lucha entre Batman y Superman, en lugar de un desarrollo genuino de la historia. La película, en su intento por establecer un nuevo canon para el universo de DC, termina resultando más problemática que prometedora. No logra encontrar el equilibrio entre la escala épica que anhela y la profundidad narrativa que necesita para realmente resonar con el público. La ambición, en este caso, eclipsa la calidad.

Nota: 5/10