Batman vuelve (1992)

“Batman vuelve” (1992) es una película que, a pesar de los años, sigue siendo un hito en el género de superhéroes y un ejemplo notable de cómo se podía subvertir las expectativas de una franquicia. Tim Burton, en su segunda incursión en el mundo del Caballero Oscuro, entrega una Gotham City aún más oscura y perturbadora que en “Batman”. La película, lejos de ser una simple sucesión de peleas, se adentra en la psique de sus personajes, explorando la soledad, la obsesión y la delgada línea entre la justicia y la venganza.

La dirección de Burton es impecable. La película se beneficia de una fotografía evocadora, con una paleta de colores fría y sórdida que define a la perfección la atmósfera de la ciudad. Cada plano es cuidadosamente construido, creando una sensación constante de inquietud y peligro. La arquitectura gótica de Gotham, ya presente en la primera película, se intensifica, convirtiéndose en un personaje más, un reflejo de la decadencia moral que la consume. Burton no rehuye la estética más oscura, llegando a ser casi grotesca en algunos momentos, pero lo hace con un propósito: visualizar el impacto psicológico de la criminalidad en la ciudad y en sus habitantes.

Michael Keaton, en su papel inaugural como Batman, ofrece una actuación sorprendentemente sutil y compleja. Lejos de la imagen de un héroe musculoso y heroico que podríamos esperar, Keaton interpretación es amarga, con un Batman atormentado por su pasado y consumido por la necesidad de proteger a los inocentes. Su relación con James Gordon (Pat Hingle) se presenta como un lazo de respeto mutuo y desesperación, un punto de luz en la oscuridad de la ciudad. La química entre ambos actores es fundamental para el desarrollo de la trama y añade una dimensión humana a la figura del héroe.

La incorporación de la Catwoman, interpretada magistralmente por Michelle Pfeiffer, es uno de los aciertos más importantes de la película. Pfeiffer le da a Selina Kyle una vulnerabilidad y un carisma innegables, transformándola en un personaje multifacético que no se reduce a un simple interés romántico. La tensión sexual entre Batman y la Catwoman es palpable, pero también hay una fuerte atracción por la justicia y la resistencia contra la corrupción. La dinámica entre los dos es el corazón de la película y su desarrollo permite explorar temas más profundos que la simple lucha entre el bien y el mal.

El guion, coescrito por Sam Hamm y Akiva Goldsman, es una adaptación inteligente y refrescante de las historias de Batman. Se aparta de las adaptaciones más literales, priorizando el desarrollo de los personajes y la creación de una trama que, aunque a veces se siente un poco lenta, es intrigante y sorprendente. La aparición del Pinguino, con su apariencia peculiar y su motivación retorcida, es un giro inesperado que añade un elemento de locura y horror a la ya oscura Gotham. Sin embargo, la película no rehúye de momentos de humor negro y diálogos mordaces que equilibran la oscuridad del universo de Batman.

Nota: 8/10