Battleship (2012)

“Battleship”, la adaptación cinematográfica del icónico juego de mesa "Hundir la flota”, es un ejercicio de escala desmesurada que, aunque carente de profundidad emocional, ofrece un espectáculo visual de alta octanaje. La película, dirigida por Peter Berg, no busca reinventar la rueda ni ofrecer una reflexión existencial sobre la guerra, sino sumergirnos, literalmente, en un caos explosivo de ciencia ficción bélica. La premisa, una invasión alienígena a través de una flota extraterrestre y la lucha desesperada de la Armada estadounidense, es simple pero efectiva como detonante para una batalla épica que se desarrolla tanto en el mar como en el aire, utilizando el John Paul Jones como eje central de la acción.

El guion, escrito principalmente por Rhett Reese, Aaron hernandez y Jon Hoeven, se aferra a la adrenalina y a la acción a expensas de la construcción de personajes y de una narrativa sólida. Si bien la premisa inicial es intrigante, la trama rápidamente se desvanece en una serie de secuencias de persecución, explosiones y disparos que, aunque entretenidas, carecen de una justificación interna convincente. Los diálogos suelen ser directos y poco profundos, relegando la exploración psicológica o la ambigüedad moral a un segundo plano. El ritmo, por lo tanto, es frenético, buscando constantemente mantener el espectador en vilo, pero a costa de un desarrollo argumental lento y desigual.

Las actuaciones son variables. Taylor Kitsch, como el teniente Hopper, ofrece una presencia convincente en su papel de líder militar bajo presión, aunque su personaje, en general, es unidimensional. Liam Neeson, como el almirante Shane, aporta un aire de autoridad y experiencia, pero su papel está limitado a frases inspiradoras que, para ser sinceros, son clichés bélicos. Rihanna, en el rol de la suboficial Raikes, se limita a ser la "chica fuerte" del equipo, un arquetipo que, aunque con cierta química con Kitsch, no ofrece un desarrollo significativo. Alexander Skarsgård, con su intensidad habitual, como Stone, siempre es interesante, aunque su personaje sufre de un exceso de protagonismo que puede resultar abrumador.

Sin embargo, la película logra compensar algunas de sus deficiencias con efectos especiales espectaculares y una dirección competente. Las secuencias de batalla, tanto en el mar como en el aire, están elaboradas con un nivel de detalle impresionante. La simulación de la batalla naval, con la precisión de los torpedos y el impacto de los disparos, es particularmente destacable. Berg demuestra una habilidad para orquestar la acción, creando momentos de tensión y emoción que, aunque breves, logran conectar al espectador con la situación. La película, en definitiva, es un espectáculo visual de alto calibre, un homenaje a las películas de acción de los años 80, pero que carece de la sustancia y la profundidad necesarias para considerarse una obra maestra del género.

Nota: 6/10