Beau tiene miedo (2023)

“Beau is Afraid” de Ari Aster es, sin duda, una experiencia cinematográfica que exige una inmersión completa. No es un filme que se disfruta pasivamente, sino que provoca una reflexión profunda sobre el miedo, la paranoia y la desesperación de la condición humana. La película, con Joaquin Phoenix en una actuación deslumbrante, no busca entretener, sino perturbar y, en última instancia, conmover. La dirección de Aster es magistral, creando una atmósfera de creciente ansiedad a través de una paleta de colores apagados, movimientos de cámara lentos y deliberados, y un diseño de sonido inquietante que se instala en la mente del espectador.

Phoenix, como Beau, entrega una interpretación que se acerca a lo surrealista. Su actuación es una comunión casi física con el personaje, transmitiendo con cada gesto, cada mirada, la fragilidad y la creciente locura de un hombre atrapado en un torbellino de miedos. No es solo un personaje, es una manifestación palpable del terror existencial. El director no se limita a mostrar su miedo, lo construye, lo disecciona y lo expone de forma brutal y, paradójicamente, profundamente humana. La lentitud del ritmo, a veces considerada una debilidad por algunos críticos, se convierte en una herramienta poderosa para intensificar la sensación de opresión y angustia.

El guion, firmado por Aster y Scott Seabrook, es extraordinariamente denso y complejo. La película no ofrece respuestas fáciles ni explicaciones claras, presentando en su lugar una serie de sueños, obsesiones y encuentros inquietantes que se entrelazan para crear un tapiz de incertidumbre. El argumento, aparentemente sencillo sobre un viaje a casa, se transforma en un descenso a las profundidades de la mente de Beau, donde los recuerdos, los miedos y las inseguridades se cruzan de forma caótica. Si bien la falta de concreción puede frustrar a algunos, esta ambigüedad es precisamente lo que permite a la película resonar de forma tan profunda y personal en cada espectador.

El uso de la fotografía de Claire Parson es fundamental para el éxito de la película. Los colores, predominantemente ocres y grises, evocan la atmósfera de pesadilla que impregna la historia. Los planos largos y detallados, a menudo enfocados en manos o objetos cotidianos, sugieren un mundo onírico y perturbador. La banda sonora, compuesta por Kristin Hellwig, complementa a la perfección la atmósfera inquietante, utilizando sonidos inusuales y disonantes que aumentan la sensación de malestar. “Beau is Afraid” es, en definitiva, una obra de arte inquietante, desafiante y profundamente memorable. No es una película para todos los públicos, pero para aquellos que se atrevan a sumergirse en su oscuridad, ofrece una experiencia cinematográfica verdaderamente única.

Nota: 8/10