Becket (1964)

“Becket” de Peter Chelson es una obra maestra cinematográfica que no solo narra una historia de poder y traición, sino que explora con profundidad la complejidad de la fe, la ambición y el conflicto moral en el corazón del poder. La película, estrenada en 1964, sigue la tensa relación entre el rey Enrique II, interpretado con una monumental autoridad por Peter O'Toole, y su leal canciller, Thomas Becket, magistralmente encarnado por Richard Burton. Chelson no se limita a relatar los eventos históricos, sino que los sumerge en un ambiente visceral y emocional, construyendo una atmósfera opresiva y claustrofóbica que refleja la creciente angustia de ambos personajes.

Lo que distingue a “Becket” de otras películas históricas es su enfoque en la psicología de los personajes. Peter O’Toole ofrece una interpretación icónica de Enrique II, un monarca consumido por la ambición, la desconfianza y la necesidad de controlar cada aspecto de su reino. Su performance es absolutamente convincente, mostrando la irritabilidad, la manipulación y, en ocasiones, la vulnerabilidad del rey. Richard Burton, por su parte, representa a Thomas Becket como un hombre profundamente arraigado en la fe, un individuo dispuesto a sacrificar todo por sus principios. Su Becket es un hombre atormentado, enfrentando una elección imposible que lo lleva a un final trágico y, al mismo tiempo, glorioso. La química entre ambos actores es palpable, una danza de rivalidad, respeto y, en momentos puntuales, incluso afecto. La relación se siente orgánica y no recayente, lo cual es crucial para el impacto emocional de la película.

El guion de Peter Nichols es notablemente inteligente, evitando la simplificación y el melodrama excesivo. Se permite un ritmo pausado que permite a la tensión crecer lentamente, a través de diálogos afilados y miradas significativas. La película no glorifica la violencia, sino que la presenta como una consecuencia inevitable de la lucha por el poder. Se presta especial atención a la evolución de la figura de Becket, mostrando su ascenso al poder, su dedicación al servicio de Dios y su inevitable confrontación con el poder temporal. La película trata temas universales: la fe contra el poder, la justicia contra la ambición, la lealtad contra la traición. La decisión de Becket de enfrentarse al rey, sabiendo que su vida estaba en juego, es una demostración de la fuerza de la convicción y la fidelidad a sus principios. La banda sonora de John Addison, con sus melodías intensas y melancólicas, complementa a la perfección la atmósfera sombría y el drama de la historia.

Visualmente, “Becket” es un triunfo. La fotografía de Gordon Lewitt captura magistralmente la belleza austera de la Inglaterra medieval, desde los imponentes castillos hasta las calles empedradas de Canterbury. Los vestuarios y la producción, en general, son impecables, transportando al espectador a la época y creando una experiencia cinematográfica inmersiva. Es una película que permanece en la memoria mucho después de que los créditos finales rueden, impulsada por su potente dirección, sus actuaciones excepcionales y su profunda reflexión sobre la condición humana.

Nota: 9/10