Before I Disappear (2014)

“Before I Disappear” es una película de Noah Baumbach que, aunque no llega a ser una obra maestra, logra generar una atmósfera de angustia y desolación que se aferra al espectador mucho después de que los créditos finales hayan rodado. La película se centra en Richie Goodman, interpretado por Jesse Eisenberg, un escritor con bloqueo creativo que vive en Nueva York y cuya vida parece construida sobre una base de autoboicotaje. Recibe una llamada inesperada de su hermana, quien le pide que cuide de su hija, Sophia (Thomasin McKenzie), durante unas horas. Esta tarea aparentemente sencilla se transforma en un espejo que refleja la profunda soledad y el vacío existencial del protagonista.

La dirección de Baumbach es, como es habitual en su filmografía, precisa y sutil. No busca grandes gestos o explosiones dramáticas, sino que se centra en los pequeños detalles, en las miradas, en el silencio incómodo. El uso del espacio, especialmente en los apartamentos abarrotados de los Goodman, contribuye enormemente a la sensación de claustrofobia y opresión. La película se siente visceral, casi como si el espectador estuviera atrapado junto a los personajes. Eisenberg ofrece una actuación cautivadora, retratando a un hombre desorientado y dolorosamente consciente de su propia inutilidad. McKenzie, en su interpretación, es igualmente convincente, aportando una inocencia y una vulnerabilidad que contrastan con la desesperación de su tío. La química entre ambos es fundamental para el éxito de la película, y su relación, aunque tensa y llena de reproches, es genuinamente conmovedora. Los papeles secundarios, especialmente el de Rachel Sennott como la joven novia de Richie, también están bien realizados, aunque no destacan particularmente.

El guion es, sin duda, el elemento más fuerte de la película. Baumbach y Eric Roth han logrado construir una narrativa densa y llena de matices. La película no ofrece explicaciones fáciles o soluciones prefabricadas. No se centra en el *por qué* de la crisis de Richie, sino que se dedica a explorar las consecuencias de su aislamiento y su incapacidad para conectar con los demás. Hay una honestidad brutal en la representación de las relaciones familiares, con todas sus complejidades, contradicciones y traumas. La película no busca consuelo, sino que se enfrenta a la realidad cruda de la pérdida, el dolor y la dificultad para encontrar sentido en la vida. El diálogo es brillante, naturalista y a menudo hiriente, y las escenas silenciosas, repletas de tensión, son particularmente efectivas. La película se resiste a ser comercial, priorizando la autenticidad y la vulnerabilidad de sus personajes. Un elemento que me pareció particularmente acertado fue la forma en que se utilizaba la música, complementando la atmósfera de melancolía y anticipación.

“Before I Disappear” no es una película para todos los públicos. Requiere de un espectador dispuesto a aceptar la ambigüedad, la incomodidad y la falta de respuestas fáciles. Sin embargo, para aquellos que disfrutan de la cinematografía introspectiva y los personajes complejos, es una experiencia cinematográfica memorable. Es una película que se queda contigo, generando preguntas y reflexiones sobre la naturaleza de las relaciones humanas, el sentido de la vida y la lucha por la conexión.

Nota: 7/10