“Behaving Badly” es, en su esencia, una propuesta de comedia negra deliberadamente excéntrica y, en gran medida, exitosa. La película, dirigida con una audacia que roza la locura por parte de Sean Jones, no intenta emular a las comedias clásicas ni imitar fórmulas probadas. En cambio, se lanza de lleno a un territorio inexplorado, donde la moralidad se desvanece y la extravagancia se convierte en el principal motor de la trama. La película no busca sorprender por la originalidad pura, sino por la escalada implacable de situaciones absurdas y personajes inolvidables, un torbellino de perversiones y descaro que exige una atención total del espectador.
El guion, coescrito por Jones y Robert Kouressian, se basa en un concepto intrincado y, a veces, laberíntico. No es una obra maestra literaria, sino que prioriza la ejecución de la premisa, donde la obsesión de Rick Stevens por Nina Pennington se convierte en la excusa para que nos encontremos con un elenco de personajes grotescos y perturbadores. La película sabe aprovechar al máximo este exceso de elementos, y aunque la trama puede resultar confusa en ocasiones, la diversión es innegable. Se trata de una película que recompensa la indulgencia y la capacidad de dejarse llevar por la extrañeza, sin buscar respuestas lógicas ni una narrativa lineal.
Las actuaciones son, sin duda, uno de los mayores puntos fuertes de “Behaving Badly”. Jack Huston, en el papel de Rick Stevens, ofrece una interpretación memorable, logrando transmitir la desesperación y la obsesión de un hombre que se ve arrastrado por las circunstancias. Pero la película se sostiene gracias a un reparto coral de talentos que incluyen a Bill Skarsgård como el maniático gerente de club de striptease, un personaje que, a pesar de su breve aparición, deja una huella imborrable gracias a su interpretación implacable. También destaca la presencia de Ben Kingsley, quien aporta un aire de siniestramente misterioso al interpretar al director pervertido. Cada actor se sumerge en el papel con una honestidad que intensifica el efecto cómico y, a veces, inquietante de la película.
Desde una perspectiva técnica, la película no alcanza la perfección, pero la dirección visual de Jones es dinámica y sugiere un gusto por el detalle. La fotografía, aunque no es vanguardista, sirve para resaltar la atmósfera opresiva y surrealista de la historia. La banda sonora, con sus ritmos irregulares y melodías inquietantes, contribuye a crear una experiencia cinematográfica única, subrayando el caos y la locura que definen la trama. No obstante, la película no evita caer en algunos clichés de género, especialmente en los momentos más cómicos, lo que puede restar fuerza a algunos de los momentos más impactantes.
En definitiva, “Behaving Badly” es una comedia negra que se atreve a desafiar las convenciones del género. No es una película para todos los gustos, pero para aquellos que aprecien la extravagancia, la oscuridad y la inteligencia subvertida, ofrece una experiencia cinematográfica verdaderamente memorable. Es una película que invita a la reflexión sobre la obsesión, la moralidad y la naturaleza humana, todo ello envuelto en una capa de humor negro y situaciones grotescas. Se trata de una película que deja al espectador con una sensación de desconcierto y, quizás, una sonrisa irónica.
Nota: 7/10