Behind Blue Skies (2010)

“Behind Blue Skies” es una película de 1975 que, con una fotografía deslumbrante y una banda sonora evocadora, nos transporta a un verano idílico en el archipiélago sueco. La película, dirigida con una sensibilidad notable por Ingmar Bergman (aunque no se le da el protagonismo que merecía), consigue capturar la atmósfera de un ambiente de lujo y decadencia, un microcosmos de la alta sociedad sueca que al mismo tiempo esconde un oscuro secreto. La película, a pesar de sus largos metraje, mantiene un ritmo que, aunque pausado, es deliberado y sirve para sumergir al espectador en la historia.

El guion, adaptado de la novela homónima de Harry Bräström, no busca un thriller convencional. En su lugar, se centra en la transformación de Martin, el joven protagonista interpretado por Johan Lenkman. Su fuga del hogar y su llegada al club náutico son el detonante de un destino trágico y complejo. Lo que la película logra es profundizar en las consecuencias de la envidia, la ambición desmedida y la corrupción. El guion no juzga a sus personajes, sino que les presenta como seres humanos con motivaciones, a menudo retorcidas, que se ven arrastrados por circunstancias que escapan a su control. La historia no está llena de giros inesperados, pero sí de momentos de intensa tensión psicológica y de una reflexión sobre la naturaleza humana.

Las actuaciones son sobresalientes. Johan Lenkman, como Martin, ofrece una interpretación natural y convincente, transmitiendo la angustia y la confusión del joven. Pero el verdadero corazón de la película reside en la figura de Gösta, interpretado magistralmente por Stellan Skarsgård. Skarsgård, con su habitual intensidad y carisma, encarna a la perfección el personaje del playboy adúltero y manipulador. Su interpretación es cautivadora, al mismo tiempo que perturbadora. La química entre Lenkman y Skarsgård es palpable, y su relación se convierte en el eje central de la trama. La película explora las dinámicas de poder, la atracción y la traición con una sutileza admirable.

La fotografía de Sven Nykvist es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Con sus largos planos, sus colores vibrantes y su atención al detalle, Nykvist crea un ambiente visualmente impresionante y evocador. Cada toma es una obra de arte en sí misma, y la película está llena de imágenes memorables. La banda sonora, compuesta por Sven Zetterberg, complementa a la perfección la atmósfera visual de la película, creando una experiencia sensorial completa. Si bien el metraje podría considerarse un poco elevado para los estándares actuales, el cuidado en la dirección artística y la atmósfera creada compensan con creces.

Nota: 7.5/10