“Bella”, la nueva película de Anthony Volpe, es una incursión en lo melancólico y lo inesperado, una fábula moderna que, a pesar de su premisa aparentemente simple, alcanza cotas de profundidad emocional que resonarán mucho después de que terminemos la proyección. La película, en su esencia, nos plantea la pregunta de si un encuentro fortuito, un gesto de bondad, puede ser suficiente para redefinir el rumbo de dos vidas marcadas por el fracaso y la incertidumbre. Y la respuesta, sorprendentemente, es sí. Pero el camino para llegar a esa conclusión no está exento de obstáculos y, a veces, se siente un tanto forzado.
La dirección de Volpe es sólida, si bien la película se mueve con una lentitud deliberada que podría resultar tediosa para algunos espectadores. La película, en general, se centra en la historia de José, el futbolista prodigio, interpretado con una vulnerabilidad inquietante por Dane Dehaan. Su caída, producto de una serie de errores y una incapacidad para manejar la fama, se presenta como un motor narrativo convincente. Sin embargo, el film se demora demasiado en la exposición de su caída, perdiendo ritmo y dejando que el espectador se sienta desconectado de su desastre. La evolución de su personaje, desde la euforia del éxito hasta el abismo del fracaso y la búsqueda de redención, es el núcleo de la trama, pero se diluye en un desarrollo lento y a veces poco convincente. Dehaan entrega una actuación sólida, demostrando una amplia gama de emociones, aunque a veces la dirección le impide explotar al máximo su potencial.
Por otro lado, la historia de Belle, interpretada por Stacy Keib, es igualmente conmovedora, aunque de manera más directa. Ella, una camarera que lucha por sobrevivir en Nueva York, representa la resiliencia y la esperanza. Su personaje, a pesar de ser la parte menos desarrollada de la película, es la que genera la mayor empatía. Keib, como siempre, ofrece una interpretación natural y sutil, transmitiendo el cansancio y la determinación de una mujer que busca encontrar su lugar en el mundo. La relación entre Belle y José es el corazón de la película, y la química entre ambos actores es palpable, si bien el guion, aunque efectivo, a veces recurre a clichés románticos que restan autenticidad a la historia. El guion, en su conjunto, es competente, presentando situaciones realistas y personajes creíbles. Pero la película carece de originalidad, y algunos diálogos se sienten forzados y poco naturales. La película juega con la idea de la serendipia, la coincidencia, y si bien lo logra, a veces se siente más como una premisa para una historia que se podría haber contado de una manera más innovadora.
No obstante, “Bella” es una película que se deja llevar por su atmósfera melancólica y su capacidad para evocar emociones genuinas. La fotografía, en particular, es hermosa, capturando la grisura de Nueva York y el brillo de los momentos fugaces de esperanza. El sonido también juega un papel importante, creando una atmósfera envolvente que intensifica la experiencia emocional. Finalmente, la película es un recordatorio de que incluso en los momentos más oscuros, la bondad y la conexión humana pueden surgir de forma inesperada. Un esfuerzo digno de ver si se busca una película que te haga reflexionar sobre la fragilidad de la vida y el poder del encuentro fortuito.
Nota: 6/10