Belukar (2010)

“Belukar” es, en su esencia, una película que se presenta como un thriller de negocios y engaños, pero que rápidamente se transforma en algo más complejo y, en el fondo, inquietante. La dirección de Edwin Lee Chew se distingue por su capacidad para construir una atmósfera de tensión constante, sin recurrir a clichés del género. No hay explosiones grandilocuentes ni persecuciones frenéticas, sino una acumulación deliberada de detalles que subrayan la paranoia y la desconfianza que impregnan la narrativa. Chew logra captar la desorientación de Nik, el protagonista interpretado con una notable sutileza por Bront Palarae, quien transmite perfectamente la sensación de que, a medida que avanza la investigación, se encuentra atrapado en una red de mentiras donde no puede confiar en nadie, ni siquiera en su propia percepción de la realidad. La paleta de colores, predominantemente en tonos apagados y grises, contribuye a este ambiente de incertidumbre y melancolía.

La relación entre Nik y Eve, interpretada con una frialdad magnética por Daphne Iking, es el corazón palpitante de la película. Su dinámica es fascinante y, a la vez, perturbadora. Eve no es simplemente una villana caricaturesca; es una mujer inteligente, sofisticada y aparentemente vulnerable. Iking ofrece una actuación magistral, transmitiendo la ambigüedad moral de su personaje. La película explora la idea de que la línea entre la víctima y el perpetrador puede ser sorprendentemente difusa, y que incluso el detective, en su búsqueda de la justicia, puede convertirse en un instrumento de la propia corrupción. El guion, adaptado de un relato de Ahmad Fuad, demuestra una gran habilidad para tejer una trama intrincada, con giros inesperados y revelaciones graduales. Sin embargo, a veces se permite caer en un ritmo un poco lento, lo que podría afectar la atención del espectador en algunos momentos. La exploración de las motivaciones de Eve, y la pregunta de por qué se dedica a cometer estos fraudes, nunca se llega a una respuesta completamente satisfactoria, dejando espacio para la interpretación del espectador.

La película, aunque tiene sus momentos de lentitud, ofrece una exploración psicológica interesante del deseo de poder y la manipulación. Palarae ofrece una actuación sólida, pero no destaca especialmente; su caracterización se basa principalmente en la expresión de duda y confusión. Lo más valioso de "Belukar" reside en su capacidad para generar un inquietante sentido de incomodidad. No es una película fácil de ver; obliga al espectador a cuestionar las normas morales y a reflexionar sobre la naturaleza humana. La banda sonora, discreta pero efectiva, complementa a la perfección la atmósfera tensa y misteriosa de la película. En definitiva, "Belukar" es una película inteligente, con una dirección notable y unas interpretaciones convincentes, que se queda en la memoria por su inquietante atmósfera y sus complejas dinámicas de poder.

Nota: 7.5/10