Bendíceme, Ultima (2013)

“Bendíceme, Ultima” no es una película que te deja indiferente. Es una experiencia cinematográfica visceral que se instala en la mente y en el alma, dejando una huella que, a pesar de su ritmo pausado, permanece mucho después de los créditos finales. Dirigida por Robert Rodriguez, esta adaptación de la novela homónima de Rudolfo Anaya se erige como un canto a las raíces, a la sabiduría ancestral y a la lucha por la supervivencia en un mundo hostil. La película se ancla en el ambiente crudo y desolador de Nuevo México durante la Segunda Guerra Mundial, pero su verdadera fuerza reside en la exploración de la compleja relación que se establece entre el joven Teofilo y la anciana Ultima, la última curandera de su pueblo.

Rodriguez, conocido por su acción estilizada, demuestra aquí una habilidad notable para controlar el tono y la atmósfera. El paisaje, inmenso y desolado, se convierte en un personaje más, reflejando la soledad y la desesperación que acechan al pueblo de Tres Villas. La cinematografía de Robby Müller es exquisita, utilizando una paleta de colores terrosos y contrastantes que evocan la magia y el misterio de la tierra y de las costumbres ancestrales. Sin embargo, la película no se limita a ser un simple espectáculo visual. El director se atreve a profundizar en las complejidades de la cultura Navajo, presentando una visión auténtica y respetuosa de sus creencias y tradiciones.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los grandes logros de la película. Adrian Pasdar, como Teofilo, entrega una interpretación sutil y conmovedora, mostrando la evolución de un joven confrontado con una realidad que desafía todo su mundo de creencias. Geraldine Keaton, en el papel de Ultima, es simplemente magistral. Su presencia es imponente, imbuida de una sabiduría ancestral y una fuerza interior que transciende la fragilidad física de su edad. Su interpretación es un verdadero homenaje a las mujeres guerreras y a la transmisión del conocimiento. El resto del elenco también cumple con creces, aportando credibilidad y profundidad a la narrativa. Particularmente, la representación de los personajes Navajo es rica y natural, evitando estereotipos y ofreciendo una visión profunda de su cultura.

El guion, basado en la novela de Rudolfo Anaya, no rehúye de la oscuridad y la complejidad moral. La película no ofrece respuestas fáciles y se enfrenta a temas como la ambición, la venganza, la violencia y la pérdida de la identidad. La trama, aunque a veces deliberadamente lenta, es cuidadosamente construida, explorando las motivaciones de cada personaje y revelando las consecuencias de sus actos. La adaptación, por lo tanto, se mantiene fiel al espíritu de la novela, enfatizando el conflicto entre el mundo moderno y las tradiciones ancestrales, entre la razón y la intuición. El desarrollo del personaje de Teofilo, y su relación con Ultima, es el núcleo de la historia, una exploración del respeto mutuo, la empatía y la necesidad de encontrar un sentido en un mundo al borde del colapso. La película, a pesar de su ritmo pausado, genera una tensión constante que te mantiene enganchado hasta el final, invitando a la reflexión sobre la importancia de las raíces y el valor del conocimiento ancestral.

Nota: 8.5/10