“Best Seller” es una película que, en principio, promete un thriller psicológico con una dinámica fascinante entre dos personajes enfrentados. Sin embargo, la ejecución final resulta ser algo menos impactante de lo esperado, a pesar de que algunas decisiones artísticas son dignas de mención. La historia se centra en Cleve (Jake Gyllenhaal), un asesino a sueldo, y Dennis Meechum (Glenn Close), un detective retirado y escritor en pleno bloqueo creativo. La premisa, un encuentro fortuito que podría convertirse en un acuerdo mutuamente beneficioso, se despliega con una lentitud deliberada que, en ocasiones, roza la tediosidad. La película se construye sobre la premisa de que Cleve, buscando un nuevo contrato y la posibilidad de convertir su vida en un best seller, ve en Meechum un potencial interesado en su historia. Este intercambio de confidencias, que es el corazón de la narrativa, se siente más como una conversación formal que como una conexión emocional genuina.
La dirección de Paul Bettany se distingue por una atmósfera opresiva y claustrofóbica. La fotografía, con tonos grises y apagados, contribuye a este sentimiento de desesperación y aislamiento. Se observa un uso efectivo del encuadre, a menudo concentrando la atención en las expresiones faciales de los protagonistas, revelando sutilmente el peso de sus traumas. Bettany no se entrega a grandilocuencias visuales, prefiriendo un estilo sobrio que, paradójicamente, aumenta la tensión. Sin embargo, la lentitud del ritmo narrativo, combinada con la ausencia de giros argumentales explosivos, puede ser un factor limitante para algunos espectadores. La película, al no apostar por el suspense tradicional, se centra en el análisis de personajes, lo que, en algunos momentos, resulta en una exploración demasiado prolongada de sus miedos e inseguridades.
Las actuaciones son, en su mayoría, sólidas. Jake Gyllenhaal ofrece una interpretación contenida y perturbadora de Cleve, transmitiendo la frialdad y la despersonalización de un hombre que ha visto demasiado y que ha perdido la capacidad de conectar emocionalmente con los demás. Glenn Close, por su parte, demuestra su habitual maestría al interpretar a un Meechum vulnerable y atormentado por su pasado. Su personaje, aunque inicialmente percibido como un excéntrico y un poco excéntrico, revela capas de complejidad a medida que se adentra en la historia de Cleve. La química entre Gyllenhaal y Close es ambigua y, en ocasiones, desconcertante, reflejando la falta de confianza mutua que se establece entre los dos protagonistas. No obstante, la relación se construye de una manera que funciona, ofreciendo momentos de tensión y, en ocasiones, de un tenue, pero innegable, entendimiento.
En cuanto al guion, la estructura narrativa es lineal y, en general, coherente. Sin embargo, la profundidad psicológica de los personajes podría haber sido explorada con mayor detalle. Los flashbacks, aunque necesarios para contextualizar el pasado de Cleve y Meechum, se integran de manera algo artificiosa en la trama. La película no trata de ofrecer respuestas fáciles ni de explorar dilemas morales complejos. Se limita a presentar dos individuos, cada uno con sus propios secretos, y a observar cómo la interacción entre ellos revela las consecuencias de sus acciones. Si bien este enfoque ofrece una visión honesta de la fragilidad humana y la dificultad de encontrar la redención, carece de la chispa que podría haber elevado la película a un nivel superior. No es una obra maestra, pero sí un estudio interesante de la condición humana.
Nota: 6/10