Bethany (2017)

“Bethany” no es una película que te impacta en un único momento; es más bien una pesadilla sutil, persistente y profundamente inquietante que se instala en lo más profundo de la mente del espectador. La película, dirigida por Robert Egger, se adentra en el subconsciente de Claire (Saoirse Ronan), una mujer que, tras mudarse de nuevo a la casa de su infancia junto a su marido, se ve enfrentada a un torbellino de recuerdos traumáticos, asociados con su madre abusiva. La película no se basa en sustos fáciles ni en jumpscares gratuitos, sino en una atmósfera de incertidumbre y terror psicológico palpable desde el inicio.

Ronan ofrece una actuación extraordinariamente poderosa. Logra transmitir la fragilidad y la desesperación de Claire de una manera que es a la vez visceral y contenida. Su interpretación, junto con la cautivadora presencia de Molly Shannon como la misteriosa figura llamada Bethany, constituye el corazón de la película. Bethany no es simplemente una presencia fantasmal; es una encarnación del pasado de Claire, una especie de alter ego distorsionado que se manifiesta a través de imágenes fragmentadas y sensaciones perturbadoras. Shannon, en un papel que podría haber sido plano si no se hubiera llevado a cabo con la maestría que exhibe, aporta una vulnerabilidad y una extrañeza que son fundamentalmente inquietantes.

El guion, aunque lento y deliberadamente pausado, es el verdadero motor de la película. Robert Egger no se apresura a dar respuestas; en cambio, se enfoca en la sensación de inquietud, en la ambigüedad moral de los personajes y en el uso magistral del simbolismo. La casa de la infancia, un lugar que debería representar seguridad y familiaridad, se convierte en un laberinto psicológico donde la realidad y la ilusión se difuminan constantemente. La cinematografía, con su paleta de colores apagados y sus encuadres contemplativos, refuerza este sentido de opresión y aislamiento. La música, minimalista y disonante, añade una capa extra de tensión, subrayando la angustia interna de Claire. La película explora temas de trauma intergeneracional, culpa y la lucha por escapar de un pasado que parece aferrarse implacablemente.

A pesar de su lentitud, “Bethany” es una experiencia cinematográfica notable. No es una película para todos, debido a su ritmo pausado y su enfoque en la exploración del estado mental, pero para aquellos que estén dispuestos a sumergirse en su atmósfera inquietante, ofrece una reflexión profunda sobre la naturaleza de la memoria y el poder destructivo del trauma. La película persiste en la mente mucho después de que los créditos finales han terminado de rodar, cuestionando la definición de la realidad y la capacidad de sanar. Es una película que te obliga a sentir, a reflexionar y a enfrentarte a la oscuridad que se esconde en nuestro interior.

Nota: 8/10