Bicho malo (Bad Milo) (2013)

“Bicho malo” (Bad Milo) no es precisamente una joya cinematográfica que trascenderá a la historia del cine, pero resulta ser una pequeña peculiaridad que merece la pena explorar, especialmente si se busca algo que rompa con la línea convencional de la comedia romántica. La película, dirigida por Chris Nash y Justin Dunn, se atreve a plantear un concepto muy particular: la locura como una forma de expresión, y la ansiedad como un demonio literal que reside en los intestinos de su protagonista. La premisa, aunque audaz, se ejecuta con una mezcla de humor absurdo y una inquietud subyacente que logran mantener el interés del espectador.

El guion se basa en un concepto original que, en ocasiones, se siente un poco forzado. La relación entre Duncan y Highsmith, el psicólogo que le ayuda a “domar” a su demonio interno, es el corazón de la película y, afortunadamente, funciona bastante bien. Daniel Mashona ofrece una interpretación sólida como Duncan, transmitiendo eficazmente la confusión, el miedo y la frustración del personaje. Su actuación se beneficia de la dirección de Nash y Dunn, que logran construir la tensión de manera sutil, permitiendo que el espectador sienta la lucha interna del protagonista. Aunque la química entre los actores no es explosiva, la dinámica entre ellos es convincente. El personaje de Highsmith, interpretado por Stephen Schneider, es un contrapunto interesante a la desesperación de Duncan, ofreciendo una dosis de humor negro y pragmatismo.

La película no se toma la comedia demasiado en serio, y esto, a mi juicio, es una de sus mayores fortalezas. El humor surge de situaciones incómodas, diálogos ingeniosos y una cierta distancia irónica que permite a la película burlarse de las convenciones románticas. Sin embargo, a veces esa misma distancia se siente un tanto artificial y la película se desvía demasiado hacia lo absurdo, perdiendo un poco de sustancia. La fotografía, con tonos apagados y una paleta de colores sobria, contribuye a la atmósfera inquietante que impregna la película, aunque en algunos momentos podría intensificarse aún más para resaltar la angustia de Duncan.

A pesar de sus fallos, “Bicho malo” posee una singularidad que la hace memorable. La película explora temas como la ansiedad, el trauma y la búsqueda de la autoaceptación con una perspectiva poco convencional. No es una comedia para todos los gustos, pero si se está buscando una película que rompa con lo esperado y que ofrezca una visión diferente de los desafíos emocionales, puede resultar gratificante. Es una experiencia cinematográfica peculiar, que, en lugar de ofrecer soluciones fáciles, invita a la reflexión sobre la complejidad de la mente humana. Se atreve a mostrar la vulnerabilidad y la contradicción inherentes a la condición humana.

Nota: 6/10