Bienvenido a Mooseport (2004)

“Bienvenido a Mooseport” es una comedia que, a primera vista, podría parecer una mera parodia de los tropos políticos de Nueva Inglaterra. Sin embargo, la película, dirigida por Mark Waters, se revela como una pieza sorprendentemente inteligente y sutil, capaz de entretener y, a la vez, provocar la reflexión sobre la naturaleza del poder, el deseo y la búsqueda de un sentido en la vida. Gene Hackman, en un papel que claramente le sienta como la guinda del roscón, ofrece una actuación magistral como Monroe Cole, el excéntrico y atormentado ex presidente, que se niega a aceptar la monotonía de su retiro.

Hackman no se limita a interpretar a un hombre mayor que se ve obligado a volver a la política. Le confiere a Monroe una profunda melancolía, un anhelo por algo más allá de la adulteración y la rutina. Observamos a un hombre que, en su retiro, ha construido una fachada de paz, pero que, al ser confrontado con la posibilidad de servir a su comunidad, reaparecen las heridas del pasado y las dudas sobre su propia valía. Su interpretación es sutil pero poderosa, transmitiendo una complejidad emocional que va más allá de lo que se espera de un personaje como él. La dirección de Waters se centra en capturar esos matices, utilizando planos cerrados y tomas largas que le permiten a Hackman expresar su personaje de manera palpable.

Ray Romano, como el dueño de la tienda, aporta un alivio cómico bien calibrado, aunque su personaje, inicialmente caricaturesco, evoluciona a lo largo de la película. La rivalidad con Monroe es más que un simple conflicto por una mujer; se convierte en una confrontación entre dos visiones del mundo y de la vida. Su caracterización es realista, con una mezcla de frustración, cariño y un toque de desesperación por encontrar la felicidad. Maura Tierney, como la novia de ambos, ofrece un desempeño correcto, sin sobresalir, pero cumpliendo su función dentro de la trama.

El guion, en gran medida, es el corazón de la película. Si bien las situaciones cómicas abundan, la película se toma el tiempo para explorar temas más profundos, como la responsabilidad social, la fragilidad de las relaciones humanas y la búsqueda de la autenticidad. No se reduce a un simple chiste; la comedia sirve como un vehículo para la exploración de estas ideas. La historia se desarrolla a un ritmo medido, permitiendo que la tensión y el humor se equilibren a la perfección. A pesar de algunas situaciones exageradas, la película mantiene un tono reflexivo que invita a la audiencia a cuestionar sus propias prioridades y valores.

En definitiva, “Bienvenido a Mooseport” es una comedia inteligente y con matices, que ofrece entretenimiento y reflexión a partes iguales. Gene Hackman brilla como siempre, y la película, aunque no es una obra maestra del cine, es un ejemplo interesante de cómo la comedia puede ser utilizada para explorar temas más serios y complejos. Es un trabajo digno de ser visto y apreciado.

Nota: 7/10