Big Fish (2003)

“Big Fish” (2003) de Tim Burton no es simplemente una película de fantasía; es una reflexión conmovedora sobre la memoria, el amor paternal y la búsqueda de la verdad en un mundo inundado de relatos. Burton, conocido por su estilo visual distintivo, entrega aquí una obra que supera las convenciones del género fantástico, utilizando la exageración y el surrealismo como herramientas para explorar la relación entre Edward Bloom (Albert Finney), un hombre que ha vivido una vida de incontables aventuras, y su hijo Will (Ewan McGregor), quien intenta desentrañar la realidad detrás de las historias que le ha contado su padre antes de morir.

La dirección de Burton es magistral, dotando a cada relato de Bloom con una estética vibrante y onírica. Los escenarios, desde los extensos llanos de Kansas hasta los puertos exóticos de Sudamérica, parecen salidos de un libro de cuentos de hadas. Sin embargo, la película se distingue por su elegancia visual y por la forma en que Burton manipula la percepción del espectador, no para engañarlo, sino para invitarlo a reflexionar sobre la naturaleza de la memoria y la subjetividad de la verdad. La paleta de colores, con tonos cálidos y brillantes, contribuye a la atmósfera mágica y a la sensación de que estamos adentrando en un universo paralelo.

La actuación de Albert Finney es, sencillamente, excepcional. Captura la esencia de un hombre que ha vivido una vida plena, aunque, quizás, también llena de inventos. Finney no se limita a contar historias; las *vive*, transmitiendo una mezcla de grandilocuencia, dulzura y melancolía. Ewan McGregor ofrece una interpretación honesta y vulnerable como Will, un hombre que, a pesar de sentirse confundido y decepcionado por las exageraciones de su padre, anhela comprender el corazón de este último. El resto del reparto, que incluye a Jessica Lange y Robin Wright, también ofrece actuaciones sólidas, enriqueciendo la narrativa.

El guion, adaptado de la novela homónima de Daniel Wallace, es lo que realmente eleva la película. Más allá de las aventuras fantásticas, la historia explora temas profundos como la importancia de la imaginación, la búsqueda del amor verdadero y la necesidad de conectar con el pasado. La película no se contenta con narrar historias; las utiliza para revelar la personalidad de Bloom y para mostrar cómo las mentiras, a veces, pueden disfrazar verdades mucho más valiosas. Es una obra que invita a la reflexión, a la empatía y, sobre todo, a recordar que la realidad puede ser mucho más rica y sorprendente de lo que imaginamos.

Nota:** 8.5/10