“Big Fish & Begonia” es mucho más que un cuento de hadas; es una meditación visual sobre la memoria, el amor incondicional y la importancia de las historias que contamos. La película, dirigida por Chris Bailey, se adscribe a un género híbrido, combinando elementos de fantasía, drama familiar y animación impresionista, creando una experiencia cinematográfica única que persiste en la memoria mucho después de los créditos finales. No se trata de una narrativa de acción trepidante, sino de una exploración tranquila y profunda de la relación entre un padre, Will Gulliver, y su hija, Juniper.
La dirección de Bailey es, sin duda, el punto más fuerte de la película. El estilo de animación, reminiscente de los grabados de Walter Potter pero con una paleta de colores rica y saturada, es absolutamente cautivador. Cada cuadro parece un cuadro de un libro antiguo, lleno de detalles minuciosos y una atmósfera onírica que evoca la nostalgia por los cuentos de la infancia. Bailey maneja la iluminación con maestría, creando momentos de belleza sublime, especialmente durante las escenas de vuelo de Juniper, que son visualmente deslumbrantes. La película no rehuye la experimentación estilística, abrazando una estética que se aleja del estándar de la animación occidental, y eso le confiere una personalidad inconfundible.
El guion, adaptado de la novela gráfica de Ted Piott y Eric Drooker, está construido con una sensibilidad notable. Si bien la historia central – el viaje de Will como un pescador que se transforma en un delfín para cuidar de su hija – es sencilla, el guion profundiza en temas complejos como el duelo, la pérdida, el sacrificio y el poder de las historias para conectar a las personas. La relación entre Will y Juniper es el corazón de la película. El actor Steve Zahn ofrece una actuación honesta y conmovedora, transmitiendo la melancolía y el amor paternal de Will con una sutileza que es profundamente resonante. Selene Soo como Juniper es igualmente cautivadora, portando la inocencia y la vulnerabilidad de una niña que lucha por comprender el mundo y por mantener vivo el recuerdo de su padre.
Sin embargo, la película no está exenta de imperfecciones. A veces, el ritmo es un poco lento, y algunos de los diálogos pueden sentirse un poco expositivos. La trama principal, aunque hermosa, podría beneficiarse de una mayor complejidad. No obstante, estas son pequeñas quejas frente a la grandeza general del proyecto. “Big Fish & Begonia” es una película que se disfruta más si se permite sumergirse en su atmósfera contemplativa. Es una historia que se queda con el espectador, invitándolo a reflexionar sobre las relaciones familiares, la memoria y la magia que reside en las narraciones que compartimos.
Nota: 7.5/10
