Big Sur (2013)

“Big Sur” de James Gray no es una película fácil de digerir, ni tampoco pretende serlo. Es una inmersión profunda, casi visceral, en la mente en crisis de un escritor en la encrucijada, un viaje al abismo de la adicción y la búsqueda de sentido. La película, basada en el libro homónimo de Jack Kerouac, se centra en el personaje de Duluoz (Daniel Day-Lewis, por supuesto), un autor en apogeo tras el éxito repentino de “El Camino”, y su descenso a la autodestrucción, alimentado por el alcohol, la droga y una profunda soledad. La película no ofrece respuestas simples ni juicios morales; más bien, nos presenta una imagen cruda y a menudo perturbadora de un hombre confrontando sus demonios internos.

La dirección de James Gray es magistral, empleando un estilo visual muy particular, con largos planos secuencia y una paleta de colores desaturados que contribuyen a la atmósfera opresiva de la película. El uso de la luz y la sombra es fundamental para representar el estado mental de Duluoz, su desorientación y su lucha por encontrar un punto de anclaje. Gray no se rinde en la contemplación; aunque la película es lenta, cada escena está meticulosamente construida para generar tensión y crear una sensación de inquietud constante. La fotografía de Lachlan McLaren es excepcional, logrando transmitir la belleza agreste y salvaje de la costa de Big Sur, pero también la desolación del personaje.

Daniel Day-Lewis, como siempre, ofrece una actuación impresionante. Su interpretación de Duluoz es silenciosa, introspectiva y profundamente conmovedora. No recurre al melodrama ni a la exhibición de emociones. En cambio, transmite la fragilidad y la vulnerabilidad del personaje a través de miradas, gestos y la sutil modulación de su voz. La química entre Day-Lewis y Sienna Miller, que interpreta a la musa y también amante de Duluoz, es palpable y añade una capa de complejidad a la relación. Sin embargo, la interpretación de Jackie Gibson como Billie es notablemente más contenida y reservada, lo que, aunque acertado en términos de la personalidad del personaje, puede resultar a veces un tanto fría. Lucas Hedges, como Cody Pomeray, aporta una necesaria dosis de vitalidad y angustia.

El guion, adaptado de la obra de Kerouac, se centra en el proceso creativo del autor, pero lo hace a través del prisma de su autodestrucción. No hay una narrativa lineal o un desarrollo dramático convencional. Más bien, la película se compone de fragmentos, recuerdos y visiones que se entrelazan de forma fragmentada, reflejando la mente en crisis de Duluoz. Es una película que exige atención y paciencia, pero que recompensa al espectador con una experiencia cinematográfica única. Si bien el tema de la adicción y la autodestrucción ha sido explorado en el cine antes, Gray lo aborda con una honestidad brutal y una perspectiva poco frecuente. La película no intenta justificar las acciones de Duluoz, sino que los muestra, sin adornos, en su lucha interna.

Nota: 7.5/10