“Bilal” es una película que intenta, y en gran medida logra, ser una alegoría sobre la injusticia social y la búsqueda de la libertad a través de la fe y el coraje. Ambientada en un mundo medieval, la trama nos presenta a Bilal, un niño príncipe de Medina que, junto a su hermana, es raptado y arrastrado a una tierra donde la opresión y la esclavitud son la norma. Lo que inicialmente podría parecer una película de aventuras convencionales evoluciona rápidamente hacia una reflexión sobre temas profundos y relevantes, lo que la convierte en una experiencia cinematográfica notable, aunque no exenta de matices.
La dirección de Raouol Peckin y Hassan Benjelloun es notablemente ambiciosa. El film no se limita a la recreación de un mundo medieval; lo construye como una sociedad profundamente desigual, donde la esclavitud se normaliza a través de la tradición y la religión. La fotografía, con colores cálidos y una paleta rica, evoca una atmósfera opresiva, pero también, a veces, sugiere la esperanza y la belleza en los rincones olvidados de ese mundo. Se aprecia un cuidado meticuloso en la dirección de los planos, utilizando tomas largas y contemplativas que permiten al espectador sumergirse en la historia y la psicología de sus personajes.
El elenco ofrece interpretaciones sólidas. El joven Sami Boukakia como Bilal transmite una vulnerabilidad y una determinación que encantan. Su evolución a lo largo de la película es convincente y su personaje se siente genuinamente humano, luchando contra el miedo y la desesperación. El resto del reparto, incluyendo a el veterano Sami Nas bless, aporta profundidad y credibilidad a la historia. La química entre los actores es palpable, lo que contribuye a la autenticidad de las relaciones entre los personajes.
El guion es, sin duda, el punto fuerte de la película. No rehúye temas difíciles, como la discriminación religiosa, la explotación y la falta de empatía. La trama no se centra únicamente en la acción, sino que se dedica a explorar las consecuencias de la injusticia en las vidas de las personas, tanto las oprimidas como las que perpetúan la opresión. La película, aunque con un ritmo a veces lento, consigue mantener el interés del espectador a través de sus personajes y sus conflictos internos. Sin embargo, la complejidad de algunos diálogos podría haber sido trabajada con mayor precisión, aunque esto no resta valor a la fuerza de la historia.
“Bilal” no es una película fácil de ver, pero es una que invita a la reflexión. Es un relato sobre la valentía, la fe y la importancia de defender la justicia. A pesar de algunos problemas de ritmo y diálogos, la película es un testimonio importante sobre la necesidad de la empatía y la lucha contra la intolerancia. La película podría haber beneficiado de un desarrollo un poco más profundo de ciertos personajes secundarios, pero en general, es una obra cinematográfica que merece ser vista y debatida.
Nota: 7.5/10
