Biosphere (2023)

“Biosphere” (2008) de Larry Smolin no es una película para aquellos que buscan entretenimiento superficial o acción desenfadada. Es una experiencia cinematográfica densa, inquietante y profundamente contemplativa, una meditación sobre la supervivencia, la soledad y la fragilidad de la condición humana en un entorno que despoja a los protagonistas de todo lo que les define. La película se erige como una pequeña obra maestra del cine independiente, ofreciendo una mirada aterradora y, a la vez, poética, a la precariedad de la existencia cuando la seguridad y la civilización se desvanecen.

La dirección de Smolin es magistral. La paleta de colores, dominada por el gris y el verde, refleja la desesperación y el aislamiento de los personajes. La fotografía de Peter Deming es sublime, utilizando la inmensidad del paisaje como un personaje más, acentuando la sensación de insignificancia que experimentan Sterling K. Brown (as roleando a Eli) y Mark Duplass (como Gus). La forma en que se construye la atmósfera es excepcionalmente efectiva; el sonido, cuidadosamente diseñado, juega un papel fundamental para intensificar la tensión y el miedo. Hay momentos, particularmente durante las primeras horas, donde la película se convierte en una experiencia casi sensorial, donde la imposibilidad de percibir el tiempo o la ubicación se vuelve palpable.

El guion, en gran medida, se basa en la tensión psicológica y la lenta erosión de la cordura. La relación entre Eli y Gus es el núcleo de la película, y la dinámica entre ambos actores es el principal motor de la trama. Brown ofrece una interpretación sobria y matizada, transmitiendo la frustración, la desesperación y el creciente terror de su personaje. Duplass, por su parte, aporta un aire de peculiaridad y vulnerabilidad que complementa a la perfección la de Brown. No obstante, la película podría haber beneficiado de un desarrollo más profundo de los misterios del planeta. Si bien la ambigüedad es una virtud en ciertos contextos, algunas pistas sobre la verdadera naturaleza de Biosphere y el origen del incidente inicial se quedan demasiado fuera de alcance, dejando una sensación de incompletud.

La película se centra en la supervivencia, pero no se limita a mostrarla como una lucha física. Explora la pérdida de identidad, la memoria y la capacidad de conectar con la humanidad. La película plantea preguntas existenciales sobre la naturaleza de la consciencia y el propósito de la vida. El tratamiento del conflicto interno de los personajes, sus miedos y sus obsesiones, es donde “Biosphere” realmente brilla. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que invita al espectador a reflexionar sobre sus propias creencias y valores. Es una película que te deja con más preguntas que respuestas, y eso, en mi opinión, es una de sus mayores fortalezas.

Nota: 7.5/10