Birds of America (2008)

“Birds of America” es un drama familiar que, aunque carece de la audacia visual de otras películas recientes en el género, se aferra a la tensión doméstica y a la exploración de la fragilidad humana con una discreta, pero efectiva, fidelidad. La película, dirigida por Andrew Semans, no busca el espectáculo grandilocuente; más bien, opta por un retrato crudo y realista de las grietas que pueden surgir incluso en las familias más aparentemente estables. La historia se centra en la familia Tanager, liderada por Morrie (Matthew Perry), un hombre atrapado en una vida de rutina y frustración, que se ve obligado a lidiar con los temperamentos difíciles de sus dos hijos menores. La película no glorifica ni simplifica las relaciones familiares, presentando un panorama lleno de resentimientos, incomunicación y el dolor latente de una pérdida que permea toda la narrativa.

Matthew Perry ofrece una actuación particularmente conmovedora. Logra transmitir la exasperación, el cansancio y, paradójicamente, el amor incondicional que siente por sus hermanos. No se trata de un héroe idealizado, sino de un hombre que lucha contra sus propios demonios internos mientras intenta cuidar a sus hijos. El resto del elenco, incluyendo a Tom Payne y Alice Braga, complementan a Perry a la perfección, entregando interpretaciones naturalistas y sin adornos. La química entre los tres, que se ve forzada a compartir espacios y emociones, es palpable y contribuye significativamente al peso emocional de la película.

La dirección de Semans es precisa y controlada, evitando los clichés del drama familiar. La película se construye a medida, con momentos de tensión silenciosa y diálogos sutiles que revelan más de lo que se dicen. El director mantiene un ritmo pausado, permitiendo que la incomunicación y el descontento se acumulen hasta que estallan. No hay grandes revelaciones o giros dramáticos; la fuerza de la película reside en su capacidad para capturar la atmósfera opresiva de un hogar disfuncional. La fotografía, en gran medida en tonos apagados, refuerza esta sensación de melancolía y desesperanza. El uso del color es deliberado, enfatizando el grisáceo de la vida cotidiana.

El guion, coescrito por Semans y Daniel Cole, es, en su mayor parte, sólido. Si bien la trama es relativamente simple, se centra en los detalles que hacen que las relaciones familiares sean complejas y problemáticas. La película profundiza en el impacto del duelo, no solo en la pérdida física de sus padres, sino también en la pérdida de la inocencia y el futuro. Sin embargo, la película podría haber beneficiado de un mayor desarrollo de algunos personajes secundarios y de una exploración más profunda de las motivaciones de cada uno. Algunas subtramas se sienten algo truncadas, como el personaje del hermano mayor y su relación con su esposa. No obstante, el núcleo emocional de la película – la lucha por la supervivencia y el amor en un ambiente hostil – es convincente.

Nota: 7/10