“Black Adam” es una película que, a pesar de sus ambiciones, se siente como un experimento más que un logro cinematográfico completo. La historia, centrada en la venganza y la lucha por el equilibrio entre el poder y la responsabilidad, presenta un concepto tentador: un dios antiguo, liberado de su prisión milenaria, que decide aplicar su justicia, por brutal que sea, a un mundo que considera corrupto. La premisa, con un trasfondo en la mitología egipcia y la historia de la justicia, ofrece un rico terreno para explorar temas morales complejos y la naturaleza del poder. Sin embargo, la ejecución no siempre acompaña a la idea.
Dwayne Johnson, como Black Adam, entrega su habitual carisma y presencia física, pero la película le obliga a interpretar un personaje excesivamente unidimensional. Su sed de venganza, aunque comprensible, se siente repetitiva y, en ocasiones, incluso unidimensional. La dirección de Jaume Collet-Serra es dinámica, con secuencias de acción espectaculares y bien coreografiadas, especialmente las que involucran la fuerza sobrehumana de Black Adam. Sin embargo, la estética visual, aunque cuidada, tiende a ser demasiado brillante y artificial, sacrificando a veces la atmósfera y la credibilidad del entorno. No consigue, por tanto, transmitir el peso histórico y la influencia de los dioses antiguos.
El guion es, en general, la debilidad principal de la película. Si bien la introducción del conflicto entre Black Adam y la Liga de la Justicia es efectiva para establecer el tono y el conflicto central, la trama se desarrolla de forma apresurada, con diálogos a veces torpes y subtramas que no llegan a desarrollarse plenamente. Los personajes secundarios, interpretados por Pelé, Marisa Tomei y Adrianna Barraza, merecen mayor atención, pero son relegados a roles meramente funcionales para el desarrollo de la historia. La exploración de la historia y las creencias egipcias, aunque presente, se siente superficial y reducida a elementos decorativos para la narrativa principal.
No obstante, “Black Adam” no es un fracaso absoluto. La película ofrece momentos de entretenimiento puro, gracias a sus escenas de lucha y su ritmo dinámico. La banda sonora, con influencias del rock y la música árabe, es destacable y contribuye a crear una atmósfera épica. En definitiva, se trata de una producción de superhéroes que, aunque no alcanza la excelencia, ofrece un espectáculo visual y una dosis de acción considerable. Podría haber sido mucho más, pero la falta de profundidad en el desarrollo de personajes y la trama son obstáculos importantes que impiden que la película se erige como un clásico del género.
Nota: 6/10