Black Box (2021)

“Black Box” no es un thriller convencional; es, en esencia, una meditación sobre la obsesión, la culpa y la fragilidad de la seguridad. La película, dirigida con una discreta pero efectiva maestría por Evan Peters, se centra en Eli (Chris Pine), un analista de datos brillante y solitario, especializado en la extracción y análisis de información de las famosas cajas negras de los aviones. Su vida, marcada por un pasado doloroso y una compulsión por desentrañar los misterios del pasado, se ve trastornada por la llegada de una investigación gubernamental sobre el fatal accidente de un avión de última generación. Lo que comienza como un trabajo sencillo para Eli rápidamente se convierte en un torbellino de sospechas, intrigas y una profunda búsqueda de la verdad, que se entrelaza con su propio trauma personal.

El guion, aunque no desborda originalidad, logra mantener al espectador enganchado gracias a su estructura narrativa que juega con el suspense y la ambigüedad. La historia se construye lentamente, revelando detalles a medida que avanza, creando una atmósfera de tensión palpable. Peters evita los clichés del género, priorizando la exploración psicológica de los personajes y la creación de un ambiente sombrío y perturbador, que se refleja en la cinematografía. La película se beneficia de la meticulosa atención al detalle en la representación de la investigación, mostrando con precisión los procedimientos técnicos y la complejidad del análisis de los datos. Sin embargo, hay momentos en los que la trama se siente un poco contorsionada, buscando soluciones forzadas para mantener el ritmo, lo que puede resultar ligeramente artificioso.

Chris Pine ofrece una actuación sólida, transmitiendo la inteligencia y la vulnerabilidad de Eli con una naturalidad admirable. La película aprovecha al máximo su capacidad para mostrar la angustia interna del personaje, sus obsesiones y su lucha por superar el dolor del pasado. La interpretación de Natalie Portman, en el papel de la agente del FBI, Grace Zimmerman, es más contenida pero igualmente efectiva. Su personaje, inicialmente pragmático y decidido a desenmascarar la verdad, evoluciona a medida que se enfrenta a la complejidad de la investigación y a las dudas sobre la integridad de las personas involucradas. La química entre Pine y Portman es notable, aportando una dinámica interesante a la trama. La película no se enfoca en explosiones ni persecuciones, sino en la tensión narrativa y en la evolución de los personajes.

“Black Box” no es una película para aquellos que buscan entretenimiento puro y directo. Es un thriller psicológico que se centra en el análisis de datos y en la búsqueda de la verdad, una verdad que puede ser mucho más dolorosa y compleja de lo que se imaginaba. La película explora temas como la responsabilidad, la culpa y la naturaleza de la justicia, dejando al espectador con preguntas inquietantes. Si bien el ritmo es moderado y la historia puede sentirse un poco saturada de detalles técnicos, la atmósfera tensa, las actuaciones convincentes y el guion inteligente la convierten en una experiencia cinematográfica memorable, que invita a la reflexión. Es una película que, a pesar de sus defectos, se queda con el espectador mucho después de que los créditos finales hayan empezado a rodar.

Nota: 7/10