“Black Friday” no es una película para dejarse llevar por la adrenalina pura, a pesar de su evidente influencia del cine de género “grindhouse”. El trabajo de Eli Roth, convertido en largometraje, promete un festín de sangre y violencia durante el caos del Black Friday, y aunque cumple en esa promesa, la película presenta una ambición más compleja y, en última instancia, un resultado un tanto desigual. La dirección de Danny Miller, que ya había trabajado con Roth en “Knock Down” (2010), consigue crear una atmósfera opresiva y claustrofóbica, utilizando la ciudad de Plymouth, Massachusetts, como un personaje en sí mismo. La elección de la ubicación, un lugar anclado en la historia estadounidense y asociado a un evento de gran significación cultural, como el origen de Acción de Gracias, le otorga una extraña y perturbadora carga simbólica.
Las actuaciones son sólidas, con un enfoque particular en Michael Bay, quien interpreta al sheriff, un hombre desgastado por la vida y con una mirada que refleja tanto la desesperación como la determinación. Bay aporta una presencia imponente y un cinismo que se alejan del heroísmo tradicional. La actriz principal, Jennifer Carpenter, como la protagonista, es convincente en su interpretación de una mujer intentando sobrevivir en un mundo que se ha vuelto brutal y caótico. Sin embargo, el guion, adaptado del famoso falso tráiler de Roth, destaca por su simplicidad, casi por su excesiva directividad. Se intenta crear una sensación de terror psicológico, pero a menudo se apoya demasiado en la violencia gráfica, llegando a ser predecible e incluso redundante. Las motivaciones del asesino, un personaje enigmático y que recuerda a una figura de la historia americana, son vagas y, en última instancia, carecen de profundidad. Se insinúa una conexión con el pasado de la ciudad, pero este elemento, aunque interesante en principio, no se desarrolla plenamente.
La película no rehuye la violencia, por supuesto. Las escenas de lucha son coreografiadas con la exuberancia característica de Bay, con explosiones, persecuciones y sangre a raudales. Pero esta sobreabundancia de violencia a veces desvía la atención de la tensión dramática y del misterio central. El ritmo es irregular; hay momentos de tensión genuina, interrumpidos por secuencias de acción que, si bien son visualmente impactantes, diluyen la atmósfera inquietante que se buscaba. "Black Friday" intenta ser más que un simple slasher festivo; aspira a una reflexión sobre la violencia, la moralidad y la decadencia moral de la sociedad. No obstante, esta ambición se ve frustrada por una ejecución que prioriza la espectacularidad sobre la sustancia. El resultado es una experiencia cinematográfica entretenida, con momentos memorables, pero que deja con una sensación de incompletitud, como si la película hubiera tenido el potencial de ser mucho mejor.
Nota: 6/10