BlackBerry (2023)

“BlackBerry” no es simplemente una película sobre un teléfono; es una disección de una ambición desmedida, un estudio de liderazgo fallido y, quizás lo más conmovedor, un retrato de una época en la que la tecnología parecía ofrecer una promesa de conexión global que, paradójicamente, también podría llevar a la soledad. James Ponsoldt, el director, consigue mantener un ritmo constante que equilibra la tensión entre la audacia inicial de Mike Lazaridis y Jim Balsillie, y el lento declive de su imperio, mostrando las complejidades de construir una empresa innovadora y mantenerla competitiva en un mercado en constante evolución.

La película no glorifica el éxito de BlackBerry. La vemos desde un punto de vista crítico, resaltando las decisiones estratégicas erróneas y la falta de visión a largo plazo. La relación entre Lazaridis y Balsillie, interpretada con una buena química por parte de Josh O'Connor y Rodrigo Santoro, es fundamental. No se trata de una rivalidad heroica, sino de una dinámica de poder tensa, alimentada por la ambición y, en el fondo, por la necesidad de sentirse validados. O’Connor, en particular, ofrece una interpretación particularmente sutil, retratando la frustración y la obsesión de Lazaridis con una belleza y una vulnerabilidad inquietantes. Santoro, por otro lado, aporta una presencia imponente, interpretando a Balsillie como un empresario despiadado, frío y meticuloso, a veces con un toque de cinismo que le otorga un carisma inquietante.

El guion, adaptado de la no ficción de Matthew Pearl, evita caer en la glorificación del producto. Si bien se muestra el diseño elegante y la seguridad de BlackBerry, la película se centra en las consecuencias de su éxito. La película explora con cautela las complejidades de la cultura corporativa, la presión de los inversores, y las presiones externas de la industria, como la irrupción de Apple y Android. El guion, a veces, sacrifica la profundidad para mantener el ritmo, pero logra transmitir la sensación de una pérdida gradual, un proceso de obsolescencia que es a la vez triste y inevitable. La película evita sentimentalismos innecesarios, permitiendo que el declive de BlackBerry sea una conclusión lógica y descorregida. No hay héroes ni villanos claros; solo individuos atrapados en una maquinaria implacable.

Visualmente, "BlackBerry" es impecable. La fotografía capta la estética retro de los primeros teléfonos BlackBerry, evocando la nostalgia por una época en la que la comunicación se limitaba a mensajes de texto y llamadas de voz. El diseño de producción es excelente, trasladando de manera convincente el entorno de BlackBerry: oficinas imponentes, reuniones tensas, y la omnipresente luz azul de la pantalla. Sin embargo, la banda sonora, aunque adecuada, a veces resta fuerza a las escenas más dramáticas, por lo que se podría haber vuelto un poco más discreta. La película no intenta ser una historia de éxito hollywoodiense; en cambio, es un examen honesto y a menudo incómodo de la fragilidad de la innovación y el precio del poder.

Nota: 7/10