“Blackthorn. Sin destino” es una película que se presenta con un aura de misterio y un aire de western revisionista que, a pesar de sus ambiciones, no logran materializarse por completo. La premisa, una revisión cautivante de la leyenda de Butch Cassidy que postula un final alternativo y mucho más oscuro, es lo que inicialmente atrae al espectador. Ver a un Cassidy sobreviviente, marcado por el tiempo y los excesos, regresa a Estados Unidos con la intención de recuperar sus bienes robados, genera una tensión palpable desde el inicio. Sin embargo, la película se ve afectada por una dirección a veces confusa y una ejecución que no siempre cumple con las promesas iniciales.
La dirección de José David Alonso es, en su mayoría, competente. Utiliza la cinematografía para evocar la atmósfera desoladora y hostil de la Bolivia del siglo XX, con paisajes áridos y una iluminación que resalta la dureza de la vida de los personajes. No obstante, a menudo se siente demasiado preocupada por la ambientación, sacrificando la claridad narrativa. Las secuencias de acción, aunque dinámicas y visualmente atractivas, no están siempre integradas de forma fluida en la trama, y a veces se sienten desprovistas de un propósito claro más allá de la mera exhibición de violencia. El ritmo de la película es irregular, alternando momentos de tensión contenida con episodios más rápidos y caóticos, lo que contribuye a la sensación de desorden.
Las actuaciones son otro punto fuerte de la película. Robert Pattinson, en el papel de Butch Cassidy, ofrece una interpretación particularmente convincente. Logra transmitir la cicatriz del tiempo y la desesperación de un hombre que ha perdido todo. Su Cassidy no es el héroe romántico que se esperaba, sino un personaje complejo, moralmente ambiguo y consumido por el remordimiento. El joven ingeniero español, interpretado por Jacob Miloh, aporta un contrapunto interesante a la figura de Cassidy, ofreciendo una perspectiva fresca y, en cierto modo, inocente sobre los acontecimientos. El reparto secundario, incluyendo a Pedro Pascal, también cumple con creces, dotando de profundidad a los personajes que habitan este mundo marginal.
El guion, escrito por la propia Alonso junto a otros colaboradores, es donde la película más notablemente defrauda. Si bien la idea central es interesante, la ejecución carece de un rigor narrativo que le permita alcanzar su máximo potencial. Diálogos poco inspirados, un desarrollo de personajes superficial y una trama que se diluye en un maremó del thriller y el western, sugieren que la película se siente agobiada por demasiadas ideas. El misterio que se plantea sobre la desaparición de Cassidy es interesante, pero la resolución final resulta anticlimática y poco satisfactoria, dejando muchas preguntas sin respuesta.
Nota: 6/10