Blackwood (2018)

“Blackwood” no es un thriller psicológico convencional, sino una atmósfera densa y perturbadora que se cuela bajo la piel del espectador. La película de Damien Mungellor, con una dirección sólida y una estética visual que recuerda a las películas de terror gótico del pasado, consigue crear una sensación constante de inquietud y paranoia, incluso si la trama principal no llega a alcanzar la complejidad que promete. Mungellor nos sumerge desde el primer momento en un ambiente claustrofóbico, un internado aislado y con una historia oscura, donde las paredes parecen respirar y los secretos acechan en cada esquina. La iluminación, con fuertes contrastes entre la luz y la sombra, y los planos que se centran en los rostros de las protagonistas, contribuyen enormemente a esta sensación de desasosiego.

El núcleo de la película reside en las cinco chicas, interpretadas con fuerza por Saoirse Ronan, Haysen Dubois, Frankie Corio, Madison Hale y Ruby Rose Campbell. Cada una de ellas porta un peso emocional palpable, una tristeza latente que se manifiesta en sus miradas y en sus interacciones. Ronan, en particular, entrega una actuación particularmente convincente como la líder del grupo, una chica marcada por un pasado doloroso que la impulsa a proteger a las demás. Las actuaciones del resto del elenco son igualmente sólidas, y la química entre las cinco protagonistas es crucial para el éxito de la película. Se percibe una genuina conexión entre ellas, que se ve interrumpida por las extrañas visiones y los recuerdos fragmentados que empiezan a aflorar.

El guion, escrito por Mungellor y Justin Marks, es donde la película alcanza sus puntos más débiles. Si bien la construcción del misterio es efectiva al principio, y el ritmo es generalmente bien manejado, la resolución final resulta un tanto abrupta y decepcionante. La explicación del porqué de las convocatorias a Blackwood, aunque intrincada, no está del todo justificada y algunos elementos parecen sacados directamente de un libro de fantasía. La película se centra mucho más en la experiencia sensorial y la creación de atmósfera que en el desarrollo de un argumento profundo y filosófico, lo cual, en cierto modo, es comprensible dada su temática, pero deja un sabor agridulce. A pesar de las dudas, la película logra, en general, construir una sensación de suspense y opresión que es muy difícil de dejar ir, y el final, aunque insatisfactorio, es lo suficientemente impactante como para obligarte a reflexionar sobre las implicaciones de lo que has visto.

La banda sonora, con piezas inquietantes y sonidos ambientales que amplifican la sensación de desasosiego, complementa a la perfección la atmósfera visual y emocional de la película. "Blackwood" es, en definitiva, una experiencia cinematográfica oscura y perturbadora, que, aunque imperfecta en algunos aspectos, merece la pena ser vista por aquellos que disfrutan del cine de terror psicológico con toques de misterio y fantasía.

Nota: 7/10