“Blanco Humano” es una película que se consume con una mezcla de fascinación inquietante y una creciente incomodidad. La dirección de Walter Hill, un veterano del cine de acción, es la fuerza motriz que impulsa la atmósfera opresiva de Nueva Orleans y la brutalidad visceral de sus torneos de asesinato. Hill sabe evocar una sensación de fatalidad inminente, convirtiendo cada escena en un juego de gato y ratón entre la supervivencia y la muerte. La cinematografía de Cliff Gilliatt, con sus fuertes contrastes de luz y sombra, acentúa la decadencia y el peligro que impregnan la ciudad, desde las calles empedradas hasta los sórdidos bares donde se negocia la vida. Es una dirección que, aunque no se aleja de las convenciones del género, utiliza los recursos visuales para crear una experiencia inmersiva y perturbadora.
Jean-Claude Van Damme, en un papel que explota su físico y su presencia imponente, ofrece una interpretación de Chance Boudreaux que, aunque no es su papel más llamativo, resulta convincente. Boudreaux no es un héroe convencional. Es un hombre desgastado por la vida, impulsado por la necesidad de recuperar sus deudas, y su moralidad es tan turbia como el propio entorno que le rodea. Van Damme maneja bien la tensión física, mostrando la destreza en el combate de forma creíble, pero también transmite la desesperación y el cansancio de un hombre que ha perdido la fe. La química entre Van Damme y Corey Carrier, que interpreta a un otro mercenario, es notable y añade profundidad a las dinámicas de la película.
El guion, escrito por Walter Hill y Edward Cohen, es un tanto desigual. Si bien la premisa es intrigante y la construcción del mundo es sólida, la trama no siempre destaca por su originalidad. Hay elementos de thriller, acción y drama criminal, pero ninguno de ellos se desarrollan con la profundidad que merecen. La película se centra más en la ejecución de las escenas de acción, que son efectivamente espectaculares y coreografiadas con maestría, que en la construcción de personajes y la exploración de temas más profundos. A pesar de esto, la película consigue crear una sensación de autenticidad en el mundo que propone, con sus personajes moralmente ambiguos, sus códigos secretos y sus rituales violentos. El diálogo, en su mayoría, es sucio y directo, reflejando el entorno y las motivaciones de los personajes.
Sin embargo, la película no es perfecta. El ritmo es algo lento en algunos momentos y la resolución final, aunque satisfactoria en cierto modo, podría haber sido más ambigua y provocadora. “Blanco Humano” no pretende ser un drama trascendental; es un ejercicio de estilo visceral y un tributo a la estética de los thrillers de acción clásicos. La película se disfruta mucho más si se la ve con la mente abierta y la disposición a aceptar sus imperfecciones. Es un entretenimiento directo, aunque no necesariamente inteligente, que satisfará a los fans del género y a aquellos que aprecien la dirección estilística de Walter Hill. La banda sonora de Ennio Morricone y la fotografía en blanco y negro contribuyen a la atmósfera sombría y elegante de la película.
Nota: 6.5/10