“Furia ciega” no es simplemente un remake; es una reinterpretación audaz y sorprendentemente efectiva del clásico japonés "Zatoichi chikemurikaido”. Dirigida por Mark Cashman, la película se aleja considerablemente de la estética oriental, optando por un tono mucho más oscuro y visceral que recuerda a las películas de acción de los 90, como “The Rock” o incluso “Terminator 2”. Esta decisión, aunque controversial para aquellos acostumbrados a la sensibilidad y el ritmo contemplativo de la serie original, resulta ser la clave del éxito de esta adaptación americana.
Hauer Keller, interpretado con una presencia imponente por Christopher Lambert, está lejos de ser el samurai ciego de Zatoichi. Él es un veterano de guerra atormentado, un maestro de artes marciales consumido por la culpa y el alcohol. Su ceguera, en lugar de ser un handicap, es parte integral de su fuerza, permitiéndole percibir el mundo de una manera que los demás no pueden. Lambert ofrece una actuación magistral, transmitiendo la desesperación, la ira contenida y la brutalidad de un hombre que ha visto demasiado y que está dispuesto a hacer lo que sea para corregir sus errores. Su interpretación está lejos de ser amable; es un personaje complejo, moralmente gris y profundamente humano.
La dirección de Cashman se caracteriza por una brutalidad visual y una intensidad narrativa sostenida. La película evita las glorificaciones de la violencia y se centra en las consecuencias de la misma. Los combates, aunque coreografiados con precisión y considerando la limitación de la ceguera de Hauer, son brutales y realistas, enfatizando el dolor y el impacto físico. La fotografía, en gran medida en tonos oscuros y grises, contribuye a la atmósfera opresiva y claustrofóbica de la película. El uso de la luz y la sombra es particularmente efectivo, creando un juego visual que refuerza la idea de que Hauer percibe el mundo a través de instintos y sensaciones más que con la vista.
El guion, adaptado de un guión original de James Laxer, se centra menos en la resolución de un misterio y más en el viaje de Hauer, su búsqueda de redención y su enfrentamiento con sus demonios internos. La trama, aunque sencilla en su estructura, está bien construida y mantiene al espectador enganchado gracias a la intensidad de las escenas y al desarrollo del personaje. El villano, interpretado por Ray Liotta, es un personaje caricaturesco pero inquietante, un capo de la droga implacable y deshumanizado que representa todo lo que Hauer ha perdido. Sin embargo, la película podría haberse beneficiado de un desarrollo más profundo de los personajes secundarios y de una exploración más exhaustiva de la historia de Hauer antes de los eventos de la película.
En definitiva, “Furia ciega” es una película sorprendente y visceral que revitaliza un clásico de culto. Aunque no es una copia fiel de "Zatoichi", consigue capturar la esencia del personaje y lo adapta a un contexto americano, ofreciendo una experiencia cinematográfica intensa y memorable. Es una película que se queda en la memoria, no por su trama compleja, sino por la brutalidad de sus imágenes y la fuerza de su protagonista.
Nota: 7.5/10