Blob. Masa mortal (1972)

“Blob. Masa mortal” no es una secuela que logre trascender la sombra alargada de su predecesora de 1958, “La masa devoradora”. Es, en esencia, una rehecha de un clásico, intentando capitalizar el nostalgia y la curiosidad de los espectadores que recuerdan el terror visceral de la primera entrega, pero sin aportar nada realmente nuevo a la fórmula. Lo que se nos presenta es, en gran medida, un ejercicio de reciclaje de ideas y efectos especiales que, aunque aceptables en su contexto, no logran generar el impacto psicológico que caracterizó a la película original.

La dirección de Larry Goldman carece de la audacia y la economía del movimiento de Phil Tippett. El ritmo es lento, a menudo arrastrado por diálogos insustanciosos y situaciones que se prolongan demasiado, dejando un sabor agrio de ineficacia. El uso de la cámara, aunque funcional, no se atreve a explorar ángulos o perspectivas que puedan generar una atmósfera de tensión real. Se limita a observar el avance implacable de la masa, pero rara vez se intenta meter al espectador en su piel, explorando el miedo desde un plano interno. La película se apoya demasiado en la acción visual, relegando al primer plano al monstruo y a sus víctimas, mientras que se descuida el desarrollo de los personajes y la construcción de la trama. El terror que se supone que debe generar el avance de la masa, se diluye en una secuencia de eventos que, aunque grotescos, carecen de una carga emocional real.

Las actuaciones son, en general, discretas. La protagonista, interpretada por Jessica Griswold, no logra convencer como la joven que deberá liderar la lucha contra el monstro. Sus reacciones son a menudo exageradas y carecen de credibilidad. El resto del elenco, compuesto por actores secundarios con poca profundidad, se limita a desempeñar sus papeles sin aportar nada que justifique su presencia. En cuanto al monstruo, el diseño es fiel a la original, pero la animación, aunque mejorada con respecto a la película de 1958, todavía se siente un poco tosca y poco realista. La textura gelatinosa, aunque visualmente interesante, no transmite la sensación de amenaza y peligro que se espera de un ser devorador.

El guion, quizás el punto más débil de la película, es una réplica casi exacta de la trama original. La historia se centra en un grupo de jóvenes que deben detener a una masa gelatinosa que se expande, consumiendo todo a su paso. Los temas de la amenaza al hogar, la importancia de la comunidad y la lucha contra la adversidad están presentes, pero se presentan de una manera superficial y sin profundidad. La película se limita a seguir la fórmula del thriller de supervivencia, sin aportar ninguna innovación ni reflexión. La falta de originalidad es evidente, y la película no logra sorprender ni generar una conexión emocional con el público.

En definitiva, “Blob. Masa mortal” es una secuela olvidable que no logra replicar el éxito de su predecesora. Su ritmo lento, sus actuaciones mediocres y su guion plano la convierten en una experiencia decepcionante para los fans de la película original y para aquellos que buscan una película de terror de bajo presupuesto con potencial para generar una atmósfera de suspense. La película se limita a ser un ejercicio de nostalgia, sin aportar nada nuevo al género.

Nota: 4/10