“Block Party”, la última película de Taika Waititi, no es un bombazo estridente, ni una declaración de intenciones vertiginosa. Es, en su lugar, una meditación en la sencillez, un homenaje a la comunidad y a la importancia de la conexión humana. Waititi, conocido por su humor irreverente y su estilo visualmente llamativo, opta aquí por una aproximación sorprendentemente minimalista, y el resultado, aunque no es para todos los gustos, es notablemente efectivo.
La premisa, a primera vista, podría parecer un poco absurda: un show de música en un callejón. Pero Waititi la envuelve en una atmósfera de calidez y autenticidad que, a medida que avanza la película, te resulta irresistible. La historia de Chip (Waititi), un músico que busca celebrar su cumpleaños con una fiesta improvisada, se convierte rápidamente en un acto de generosidad, una muestra de su cariño hacia sus amigos y conocidos. La decisión de recurrir al "boca a boca" y al megáfono, en lugar de a las redes sociales o la publicidad, es fundamental para la narrativa. Refleja una nostalgia por formas de comunicación más directas y personales, y subraya la idea de que la verdadera conexión se construye a través de relaciones reales.
La dirección de Waititi es precisa y sutil. No abusa de la estética o de la grandilocuencia. La película se centra en los personajes y en los momentos cotidianos que los unen. La paleta de colores es cálida, pero no excesiva, y la banda sonora, compuesta por el propio Waititi, es impecable, complementando a la perfección las escenas. El uso de la cámara es fluido y natural, permitiendo que la acción se desarrolle con una sensación de espontaneidad. Sin embargo, hay momentos en los que la película podría haberse beneficiado de un ritmo más dinámico, especialmente en las secciones iniciales, donde la presentación de los personajes podría haber sido más concisa.
Las actuaciones son sólidas en todos los niveles. Waititi es, como siempre, encantador y genuino en su papel de protagonista. El reparto de secundarios está brillantemente formado por una mezcla de actores conocidos y desconocidos, todos ellos aportando una riqueza y autenticidad a la historia. Particularmente digna de mención es la actuación de Sam Smeed como Leo, el joven que se convierte en el narrador de la película. Su inocencia y curiosidad sirven como un filtro perfecto para las peculiaridades de la situación y ayudan a transmitir el mensaje central de la película.
En definitiva, “Block Party” es una película que celebra la comunidad, la amistad y la importancia de los pequeños gestos. Es una película que invita a la reflexión sobre la naturaleza de la conexión humana y sobre la belleza de los momentos cotidianos. No es una obra maestra, pero es una película honesta, cálida y, en última instancia, conmovedora. Es un recordatorio de que a veces, la mejor forma de encontrar la felicidad está justo al lado de ti.
Nota: 7/10