Bloody Crayons (2017)

“Bloody Crayons” es una experiencia cinematográfica peculiar que, lejos de ser un thriller de terror convencional, ofrece una propuesta inquietante y visualmente impactante, aunque con algunas fallas de guion que restan valor a su potencial. La película se basa en una premisa original: un grupo de jóvenes aspirantes a cineastas, en una isla aparentemente idílica, se embarca en un proyecto que se transforma rápidamente en una pesadilla sangrienta gracias a una caja de crayones con una cualidad, o una consecuencia, terriblemente real. La dirección de Kevin Berg es audaz y, en general, efectiva, particularmente en la construcción del ambiente de horror psicológico. La isla, inicialmente representada como un refugio de calma y belleza natural, se convierte progresivamente en un laberinto claustrofóbico y opresivo, reflejando el deterioro mental de los personajes y la atmósfera creciente de terror. La fotografía, con sus colores vibrantes contrastados con escenas de violencia impactantes, es una de las mayores fortalezas del filme.

El elenco principal ofrece interpretaciones sólidas. Janella Salvador, como la protagonista, se muestra convincente en su papel de joven buscando su camino. Elmo Magalona aporta una presencia inquietante y un toque de vulnerabilidad que contrasta con la locura que se avecina. Sofia Andres y Ronnie Alonte complementan la dinámica del grupo con actuaciones honestas y realistas. Sin embargo, a pesar de las buenas interpretaciones individuales, la película a veces se apoya demasiado en la tensión y el suspense, recurriendo a jumpscares ocasionales que, en lugar de asustar, pueden resultar artificiosos y poco integrados en la narrativa. El desarrollo de los personajes, a pesar de los intentos de profundizar en sus motivaciones y miedos, no llega siempre a ser lo suficientemente satisfactorio.

El guion es donde la película más notablemente se desvanece. Aunque la idea central es intrigante, la historia se siente, en algunos momentos, lenta y carente de profundidad. Los secretos detrás de la caja de crayones y la figura del asesino se revelan gradualmente, pero el ritmo es irregular y algunos detalles importantes se dejan de lado. La justificación de la violencia y las consecuencias de los actos de los personajes podrían haberse explorado con mayor detalle, elevando la película a un nivel superior. La película no explora completamente el horror psicológico, limitándose a situaciones de persecución y violencia física, lo que disminuye el impacto emocional de la experiencia. Se siente, a veces, como una serie de escenas de terror aisladas, sin una trama cohesionada y un mensaje claro. La película podría haber tenido un mayor impacto si se hubiera centrado más en la interpretación de los personajes y en el análisis de los efectos de la violencia en sus vidas.

A pesar de sus defectos, "Bloody Crayons" ofrece una experiencia visualmente atractiva y, para aquellos que disfruten del género de terror psicológico con toques de suspense, puede ser una película que vale la pena ver. Sin embargo, es una película que podría haber sido mucho mejor si hubiera desarrollado su potencial argumental y explorado con mayor profundidad las motivaciones de sus personajes. Es un ejercicio interesante de creatividad, pero no llega a ser una obra maestra del género.

Nota: 6/10