Blue Ruin (2014)

“Blue Ruin” no es un thriller convencional. Es una obra de arte sombría y visceral que, lejos de buscar el espectáculo bombástico, se concentra en explorar las profundidades del trauma, la rabia contenida y la lenta, metódica reconstrucción de la identidad tras una pérdida devastadora. La película, dirigida con una precisión quirúrgica por Jeremy Saulnier, nos presenta a Aiden, interpretado magistralmente por Merritt Wever, un hombre cuyo rostro refleja el peso de un pasado que lo ha marcado irreversiblemente. Su vida, reducida a la supervivencia como vagabundo, se ve sacudida por la noticia de la muerte de sus antiguos abusadores, lo que desencadena un plan meticuloso y despiadado para vengarse.

La dirección de Saulnier es, sin duda, uno de los mayores aciertos de la película. Evita los clichés del género thriller, priorizando la atmósfera opresiva y la lentitud deliberada. No hay persecuciones frenéticas ni explosiones espectaculares. En cambio, la tensión se construye gradualmente a través de la mirada del protagonista, quien es observado con una lentitud calculada, permitiéndonos anticipar cada movimiento, cada decisión. Esta estrategia, aunque a algunos pueda parecer pausada, contribuye enormemente a la sensación de inquietud que permea la película. La fotografía, en tonos grises y ocres, intensifica esa sensación de desolación y desconfianza, mientras que el sonido, con sus silencios prolongados y los sonidos ambientales, refuerza la inmersión del espectador en la experiencia de Aiden.

Merritt Wever, en un papel que claramente define su carrera, ofrece una interpretación absolutamente sobresaliente. Su Aiden es un personaje complejo, frágil y brutal a la vez. No se le presenta como un villano, sino como un hombre roto, despojado de su humanidad por la violencia del pasado. La sutileza de su actuación es clave para la película; Wever transmite una gama de emociones sutiles, desde la desesperación silenciosa hasta la determinación fría e implacable. No hay grandilocuencia en su interpretación; se centra en la autenticidad de un hombre que busca justicia a su manera.

El guion, de Jake Crawford, es inteligente y bien construido. No simplifica el tema de la venganza; explora las motivaciones de Aiden, sus miedos y sus dudosas, pero justificables, razones para llevar a cabo su plan. La película se enfoca más en el proceso de la venganza que en el acto mismo. La planificación meticulosa de Aiden, el estudio de sus objetivos y la preparación de sus acciones, es tan impactante como la ejecución final. La narrativa es contada desde una perspectiva interna, lo que nos permite empatizar con el protagonista, aunque no compartamos sus acciones. “Blue Ruin” no ofrece respuestas fáciles, sino que nos obliga a cuestionar la naturaleza de la justicia y las consecuencias de la venganza.

En definitiva, “Blue Ruin” es una película perturbadora, pero fascinante. Es una obra de arte que exige atención y reflexión. No es una película para todos los públicos, pero para aquellos que disfrutan de thrillers psicológicos con una atmósfera opresiva y personajes complejos, es una experiencia cinematográfica inolvidable.

Nota: 8/10