Blue Valentine (2010)

“Blue Valentine” no es una película romántica convencional, ni siquiera un melodrama que ofrece respuestas fáciles. Es, en su lugar, un retrato crudo, visceral y brutalmente honesto del deterioro del amor, de cómo un compromiso compartido puede transformarse, paso a paso, en un espiral descendente de indiferencia, resentimiento y, en última instancia, desconexión. Dirigida por David Lynch, la película se sirve de una estructura narrativa particular, salteando entre el presente y visiones del pasado, permitiendo al espectador presenciar la construcción y el colapso de la relación de Dean y Cindy de manera fragmentada y a veces perturbadora. Esta técnica, lejos de ser un recurso estilístico gratuito, refuerza la sensación de irrealidad y de pérdida de control que experimentan los protagonistas y, por extensión, el público.

La dirección de Lynch se caracteriza por su atmósfera opresiva, un uso magistral de la luz y la sombra, y una insistente repetición de imágenes y sonidos que se grababan en la memoria durante el rodaje. No hay grandes planos elaborados, ni espectáculos visuales ostentosos. El enfoque está en la microgestión del drama personal, en las pequeñas decisiones y los gestos que revelan la creciente distancia entre los personajes. La sensación de incomodidad y claustrofobia que emana de la pantalla es palpable, reflejando la tensión emocional que permea la película. Lynch no busca excusar a ninguno de los dos, ni idealizar su amor. La película se limita a mostrar la realidad, aunque esa realidad sea dolorosa y desoladora.

Las actuaciones de Ryan Gosling y Michelle Williams son, sin duda, el corazón palpitante de "Blue Valentine". Gosling, en particular, ofrece una interpretación de un hombre devastado, una persona que ha perdido la fe en la capacidad de mantener viva una relación. Su Dean es taciturno, a veces incluso grosero, pero se vislumbra en sus ojos un atisbo de la esperanza que una vez sintió. Williams, por su parte, transmite una vulnerabilidad y una tristeza contenida que son conmovedoras. Su Cindy es una mujer frustrada y desilusionada, atrapada en una rutina que ya no le satisface. La química entre ambos es notable, no en el sentido de un romance apasionado, sino en la capacidad de comunicar un profundo entendimiento mutuo de la desesperación. La complejidad de sus personajes reside precisamente en su humanidad, en sus defectos y en sus deseos frustrados. No son héroes ni villanos, sino dos personas comunes que se han visto enfrentadas a la realidad implacable de una relación que se ha perdido el rumbo.

El guion, adaptado de la obra teatral homónima de Wallace Shawn, es de una precisión quirúrgica. Las conversaciones son honestas y desarmadoras, llenas de momentos de silencio incómodo y de palabras que, a menudo, revelan más de lo que se dice. El diálogo es natural y creíble, y es precisamente esa naturalidad lo que hace que la película sea tan impactante. El guion no ofrece explicaciones, ni justificaciones, se limita a presentar la evolución de la relación de Dean y Cindy de manera directa y sin adornos. La fuerza de la película reside en su capacidad para generar empatía por los personajes, incluso cuando sus acciones son cuestionables o incluso dañinas. "Blue Valentine" es un recordatorio brutal de que el amor, tal como lo imaginamos en los cuentos de hadas, es mucho más complejo y doloroso de lo que solemos creer.

Nota: 8.5/10