Bob, Carol, Ted y Alice (1969)

“Bob, Carol, Ted y Alice” es, sorprendentemente, una película que sigue resonando más de cincuenta años después de su estreno. No es una obra maestra cinematográfica en el sentido tradicional, pero su frescura, su autenticidad y su audaz tratamiento de la sexualidad en la década de 1960 la convierten en una experiencia cinematográfica valiosa y, a menudo, conmovedora. La película, dirigida por Hal Ashby, se distancia deliberadamente de la glamourizaada imagen de Hollywood de la época, ofreciendo una mirada honesta – y a veces incómoda – a las dinámicas de pareja y la crisis de la mediana edad.

La dirección de Ashby es notablemente sutil. No recurre a artificios o melodramas, sino que permite que la historia se desarrolle a través de conversaciones directas y situaciones cotidianas. El ritmo pausado y la ausencia de grandes espectáculos visuales, lejos de resultar monótono, contribuyen a crear una atmósfera de intimidad que te obliga a prestar atención a los personajes y a sus motivaciones. Ashby, consciente del momento, evita juzgar explícitamente a sus personajes, presentando una visión más matizada de sus problemas y conflictos.

Las actuaciones son, en general, excelentes. Bill Murray, en su papel de Bob, ofrece una interpretación sorprendentemente sutil y contenida. Su evolución, a medida que se enfrenta a sus propios errores y a la necesidad de cambio, es el motor principal de la historia. Lindsay Uhlenhop, como Carol, aporta una vitalidad y un deseo de libertad que contrasta con la apatía de su marido. James Woods, como Ted, entrega una actuación memorablemente irritante, canalizando la frustración y el resentimiento de un hombre atrapado en una rutina insatisfactoria. Jill Clayburgh, como Alice, añade una capa de vulnerabilidad y autodescubrimiento a la trama, representando a una mujer que busca su propia identidad fuera de un matrimonio en crisis.

El guion, coescrito por Hal Ashby y Robert Thomas, es lo que realmente distingue a la película. La película no se centra en la recreación de encuentros sexuales, sino en la exploración de las consecuencias emocionales de la infidelidad y la necesidad de confrontar las propias responsabilidades. Las conversaciones entre los personajes son inteligentes y honestas, y revelan una profunda comprensión de las complejidades de las relaciones humanas. La película aborda temas como la responsabilidad, la culpa, el arrepentimiento y la búsqueda de la felicidad de una manera que es sorprendentemente moderna, incluso hoy en día. Es una película que invita a la reflexión sobre nuestros propios errores y la importancia de ser honestos con nosotros mismos y con los demás.

“Bob, Carol, Ted y Alice” no es un drama romántico convencional. Es una película incómoda, por momentos frustrante, pero en última instancia, profundamente humana. Es un retrato de una época, un espejo que refleja las inquietudes y los conflictos de una generación, y una historia que sigue siendo relevante gracias a su honestidad y su capacidad para generar empatía en el espectador.

Nota: 7.5/10