“La ola” (Ambulance) no es, como su título pudiera sugerir, un thriller de acción desatado, sino una meditación inquietante sobre el poder de la naturaleza y la fragilidad de la existencia humana. Jon Turteltaub, director de “La Novia Fantasma”, logra, en esta ocasión, un debut cinematográfico interesante, aunque no del todo exultante, que se centra en la desesperación y el heroísmo inoportuno en el corazón de un paisaje noruego impresionante. La película, en esencia, es un reloj de arena gigante, donde la tensión no reside en la explosión de violencia, sino en la implacabilidad del tiempo.
El guion, adaptado de la novela holandesa, es sólido en su estructura. El tiempo es el principal antagonista y Turteltaub lo maneja con maestría, creando una sensación constante de urgencia que te agarra desde el primer minuto. No obstante, la premisa, aunque original, podría haberse beneficiado de un desarrollo más sutil de los personajes. El geólogo, Erik (Martin Donovan), es un hombre taciturno y reservado, cuyo pasado atormentado se revela gradualmente, pero sin la profundidad que podría haber enriquecido su personaje. Las relaciones con los habitantes del pueblo, que se ven obligados a luchar por sus vidas, son efectivas pero superficiales, funcionando más como trampas narrativas que como conexiones emocionales genuinas.
El reparto, aunque no sobresale por actuaciones de alto voltaje, es competente. Martin Donovan ofrece una interpretación sobria y convincente como el personaje central, sin buscar momentos grandilocuentes. Pero es el trabajo de Eike Jan Pudlowski como el joven y nervioso Bjarke, un adolescente con un pasado complicado, el que aporta un elemento de autenticidad y esperanza a la historia. El resto del elenco cumple su función sin destacar, lo que no resta valor al resultado final, pero sí deja espacio para que los personajes sean más complejos.
Visualmente, “La ola” es una obra maestra. La fotografía de Aoife McArdle captura la inmensidad y la belleza salvaje del paisaje noruego de una manera espectacular. El despliegue del tsunami, cuidadosamente coreografiado, es impactante y aterrador, y la dirección artística, especialmente en la recreación del pueblo al pie de la montaña, transmite la sensación de aislamiento y vulnerabilidad. Sin embargo, la película, en su obsesión por la tensión, a veces sacrifica la atmósfera y la introspección, recurriendo a clichés cinematográficos y a momentos predecibles. La acción, si bien emocionante en su ejecución, no llega a ser realmente innovadora.
En definitiva, “La ola” es un thriller apocalíptico que, aunque no alcanza la excelencia, ofrece una experiencia visualmente impactante y una reflexión sobre la fragilidad del ser humano ante las fuerzas de la naturaleza. Es un trabajo honesto, que, pese a sus defectos, merece la pena ser visto, sobre todo por la belleza de su fotografía y la sensación de pánico que logra generar. Es un comienzo prometedor para Jon Turteltaub, un director que, sin duda, tiene talento para crear imágenes y crear tensión.
Nota: 7/10