Bon Bini Holland (2015)

“Bon Bini Holland” es una comedia negra con elementos de thriller que, a pesar de sus pretensiones de ser un melodrama existencial, termina siendo una experiencia cinematográfica peculiar y, en ocasiones, desconcertante. La película, dirigida por Paul Verhoeven, se presenta como un relato sobre la redención, el arrepentimiento y la búsqueda de un sentido en la vida, pero al final, se queda en un tono más cercano a la peculiaridad del género negro holandés, con el que el director ya nos legó obras icónicas como “Elle”.

La historia, tal y como se indica, nos introduce a Lucas Van Damme (interpretado con una torpeza encantadora por Michiel Huisman), un estafador carismático y oportunista que, tras un grave error con unos peligrosos mafiosos de Curazao, se ve obligado a huir a la desolada y gris Holanda. La elección de Holanda como destino no es accidental: la atmósfera melancólica y la aridez del paisaje se convierten en un reflejo perfecto del estado de ánimo y la incertidumbre de Lucas. Verhoeven saborea la yuxtaposición entre la exotismo de Curazao y la austeridad de la vida holandesa, creando un contraste visual que impulsa la narrativa.

El guion, a pesar de contar con un ritmo irregular, está lleno de diálogos agudos y observaciones mordaces sobre la sociedad holandesa, a menudo con un humor negro descarado. Sin embargo, es en la relación entre Lucas y Liesbeth (Carla Van Velzen), una mujer enigmática que se convierte en su guía y, quizás, en su redención, donde se encuentra el núcleo más interesante de la película. La química entre los dos actores es palpable, y su dinámica, aunque a veces forzada, contribuye a la tensión dramática. No obstante, el guion carece de sutileza en algunos momentos, recurriendo a clichés y a cierta exageración para enfatizar ciertos temas.

Michiel Huisman ofrece una actuación memorable. Su interpretación de Lucas es sutil pero convincente, mostrando la evolución del personaje a lo largo de la historia. El actor maneja con maestría la combinación de humor y melancolía, logrando que el espectador se identifique con la situación del protagonista. Carla Van Velzen, por su parte, aporta una presencia misteriosa y seductora al papel de Liesbeth, aunque su personaje, en última instancia, resulta un tanto unidimensional. El resto del elenco secundario es competente, pero no deja una huella tan fuerte como los dos protagonistas principales.

En definitiva, “Bon Bini Holland” es una película que no es perfecta, pero que posee una singularidad que la distingue de la mayoría de las comedias. Es una película que invita a la reflexión sobre la moral, la identidad y la búsqueda de la felicidad. Aunque el ritmo puede resultar irregular y algunos personajes un poco estereotipados, la propuesta de Verhoeven, junto con las sólidas interpretaciones de Huisman y Van Velzen, la convierten en una experiencia cinematográfica memorable y que merece ser vista. Se trata de un trabajo que deja al espectador con más preguntas que respuestas, un sello distintivo del director.

Nota: 7/10