Boogie, el Aceitoso (2009)

“Boogie, el Aceitoso” no es simplemente un thriller de acción estilizado; es una pequeña joya narrativa que, a pesar de sus excesos visuales, logra mantener la atención del espectador gracias a una dirección audaz y actuaciones sólidas. La película, dirigida con maestría por David Leite, se define por un ritmo implacable que te atrapa desde sus primeros minutos, introduciéndote en el crudo y despiadado mundo de los asesinos a sueldo con una naturalidad inquietante. Leite demuestra una notable capacidad para construir tensión, utilizando planos largos, movimientos de cámara fluidos y una banda sonora minimalista pero efectiva para sumergir al público en la atmósfera opresiva de la ciudad.

La película se centra en el personaje de Edwin Earl Johnson, interpretado con una intensidad visceral por Taylor Kitsch. Kitsch ofrece una interpretación que va más allá de la simple máscara del asesino profesional. Logra transmitir la vulnerabilidad subyacente a la brutalidad de Boogie, un hombre marcado por un pasado doloroso y con una necesidad desesperada de sentirse importante. No se trata de un héroe; es un antihéroe complejo, con sus contradicciones y sus momentos de genuina humanidad. El guion, aunque a veces se permite algunos clichés del género, se beneficia de una buena caracterización de los personajes secundarios, cada uno con sus propios motivos y ambiciones. La trama se mueve con agilidad, manteniendo al espectador en vilo ante la amenaza constante de la violencia.

Si bien la película se regocija en la estética del neo-noir, con influencias del cine de Hong Kong y una paleta de colores apagados que reflejan la melancolía y la desesperación de los protagonistas, lo que realmente eleva la experiencia es la manera en que se construye la rivalidad entre Boogie y Blackburn, interpretado por Michael Shannon. Shannon ofrece una actuación perturbadora, desprendiendo un aura de peligro incontrolable. Su performance se destaca por su crudeza y su falta de empatía, lo que intensifica la sensación de amenaza que emana del personaje. La película explora temas como la ambición, la lealtad, el perdón y la búsqueda de la identidad, aunque sin profundizar demasiado en ellos. La violencia, aunque presente y gráfica, no es gratuita; está utilizada como un instrumento narrativo para mostrar la fragilidad de la vida en ese submundo criminal.

Sin embargo, es importante reconocer que la película no está exenta de defectos. La segunda mitad puede sentirse un poco apresurada, y algunas de las escenas de acción, aunque visualmente impactantes, podrían haberse desarrollado con mayor profundidad. No obstante, "Boogie, el Aceitoso" es una película que te deja una impresión duradera, gracias a su atmósfera única, sus personajes memorables y su retrato honesto y despiadado de un mundo donde la ley no tiene poder.

Nota: 7.5/10