“Border”, la nueva película de Jacques Tourneur (a quien se debe, en gran medida, el éxito de esta obra), es un thriller psicológico tenso y claustrofóbico que se consume lentamente, como un veneno sutil. Lejos de buscar el impacto inmediato de la acción, la película se centra en la atmósfera, en la palpabilidad de la desconfianza y en la creciente paranoia de su protagonista, Tina, interpretada magistralmente por Lena Olin. Olin, con su mirada penetrante y su actuación silenciosa pero cargada de matices, es el corazón y la columna vertebral de la película, transmitiendo con solo un gesto, una mirada, la complejidad de su personaje.
La película se desarrolla en la frontera entre Estados Unidos y México, en un pueblo remoto donde el tiempo parece detenerse. La dirección de Tourneur, con su dominio del espacio y el uso de planos cerrados, intensifica la sensación de encierro y vigilancia. El entorno, con sus calles polvorientas, sus edificios abandonados y la incesante presencia de la naturaleza, se convierte en un personaje más, un testigo silencioso de los secretos que se esconden entre los habitantes. La fotografía, en tonos tierra y ocres, refuerza esa sensación de opresión y amenaza inminente. La banda sonora, minimalista pero efectiva, contribuye a la atmósfera inquietante.
El guion, adaptado de una novela de Roberto Bolaño, no ofrece respuestas fáciles. La trama se complica gradualmente, revelando detalles inquietantes sobre el pasado de Vore (Gustavo Alonso), el individuo que despierta la sospecha de Tina. La película se deleita en la ambigüedad, dejando al espectador con más preguntas que respuestas. El guion evita los clichés del thriller, centrándose en el proceso de deducción de Tina, mostrando sus intentos de analizar el comportamiento de Vore, sus patrones de lenguaje y sus gestos. La película no intenta justificar sus acciones, sino que explora la naturaleza de la culpabilidad, la subjetividad de la percepción y las limitaciones del conocimiento. El uso de flashbacks, aunque puntuales, no son simplemente adornos narrativos, sino que ofrecen fragmentos del pasado de los personajes, profundizando en su psicología y ofreciendo pistas, no soluciones.
Aunque la lentitud puede resultar frustrante para algunos espectadores acostumbrados a la acción constante, “Border” recompensa la paciencia del espectador con una experiencia cinematográfica profundamente inquietante y reflexiva. La película no es un espectáculo visualmente deslumbrante, sino que busca provocar una respuesta emocional y una inquietud persistente. Se trata de un thriller que se queda en la mente mucho después de que los créditos finales han terminado de rodar. Es una película que invita a la reflexión sobre la naturaleza del misterio, la fragilidad de la verdad y la naturaleza humana. Es un trabajo importante de Tourneur y una buena muestra de su capacidad para crear atmósferas tensas y personajes complejos.
Nota: 8/10