Born to Be Blue (2015)

“Born to Be Blue” no es simplemente un biopic; es una inmersión profunda y a menudo dolorosa en la psique de un alma atormentada. Terrence Malick, conocido por su estilo visual único y su enfoque introspectivo, entrega una película que, si bien puede no ser accesible para todos los espectadores, ofrece una experiencia cinematográfica que resuena a largo plazo.

La película se centra en la lucha existencial de Chet Baker, interpretado magistralmente por Robert Downey Jr. Downey Jr. logra una transformación que va más allá de la simple imitación de la apariencia física del músico. Captura la fragilidad, la melancolía y el vacío que definieron a Baker en sus últimos años. Su actuación es sutil, basada en miradas, gestos y silencios, transmitiendo un dolor que escapa a las palabras. No es un Chet Baker que se presenta como una leyenda, sino como un hombre destrozado por su pasado, consumido por la adicción y la incertidumbre.

La dirección de Malick, como siempre, es el elemento más destacado de la película. Utiliza una paleta de colores apagados, con predominio de grises, azules y ocres, que se complementa con imágenes deslumbrantes de la costa californiana. La cinematografía de Emmanuel Lubezki, como es habitual en la obra de Malick, es absolutamente impresionante. Las tomas largas, fluidas y llenas de movimiento crean una sensación de inmersión total en la mente del protagonista. Los movimientos de cámara son orgánicos, casi como si fueran parte del propio Chet. Hay un uso excepcional de la luz natural, que acentúa las sombras y enfatiza la atmósfera introspectiva. Sin embargo, a veces, la extensión de las tomas largas puede sentirse un poco anticuada, y podría haber sido beneficiosa una edición más firme.

El guion, adaptado de la autobiografía del propio Baker, es deliberadamente fragmentado y no lineal. La historia se desarrolla a través de recuerdos, flashbacks y momentos del presente, lo que puede ser confuso para algunos espectadores. La relación entre Chet y Jane, interpretada por Sofia Coppola, es el núcleo emocional de la película, y su dinámica es compleja y llena de tensión. La película no ofrece respuestas fáciles a las preguntas sobre el pasado de Chet, sino que se centra en explorar sus demonios internos y su lucha por encontrar un nuevo significado en la vida. Si bien la no linealidad del guion y las constantes interrupciones con la música, que a veces, resta ritmo, enriquecen la experiencia, su complejidad puede ser abrumadora.

La banda sonora, compuesta por Nico Nostalgia, es, evidentemente, esencial. Las melodías de jazz, interpretadas por la propia banda de Baker, se integran a la perfección con la película, creando una atmósfera melancólica y conmovedora. La música complementa la imagen visual de la película, añadiendo una capa más de profundidad emocional.

En definitiva, “Born to Be Blue” es una película exigente, pero recompensante, que ofrece una visión íntima y conmovedora de la vida de un artista atormentado. No es una película fácil de ver, pero es una experiencia cinematográfica que valdría la pena invertir el tiempo y el esfuerzo.

Nota: 7/10