Borrachera de poder (2006)

“Borrachera de poder” es un thriller judicial francés que, más que un simple drama de investigación, se erige como una meditación inquietante sobre el precio del poder y la autodestrucción. Isabelle Huppert, en una actuación magistral, no solo interpreta a Jeanne Charmant Killman, sino que la *viva*. Su presencia en pantalla es imponente, pero también cargada de una vulnerabilidad palpable que contrasta con la frialdad y la determinación que profesa en el juzgado. Huppert domina el personaje, transmitiendo con sutileza la obsesión de Jeanne por su trabajo, la búsqueda de justicia que se convierte en un agujero negro que la consume. No es una interpretación grandilocuente, sino una disección psicológica meticulosa que obliga al espectador a empatizar con un personaje moralmente ambiguo.

La dirección de Martin Provost es elegante y precisa. Se evita la teatralidad excesiva, optando por un estilo visual sobrio que refleja la complejidad del caso y la psicología de Jeanne. El ritmo es pausado, lo que permite la construcción gradual de la tensión y la exploración de las relaciones entre los personajes. El uso de la luz y la sombra, a menudo en las escenas de investigación, crea una atmósfera densa y claustrofóbica, que refleja el aislamiento emocional de la protagonista. El trabajo con la cámara, por momentos, es casi documental, como si estuviéramos observando la investigación desde las sombras, captando las miradas furtivas, los documentos confidenciales, el peso de las acusaciones. No es un estilo que busque impresionar, sino que busca comunicar con la mayor fidelidad posible la realidad del caso.

El guion, adaptado de un texto de Jérôme Neuviaine, es un triunfo. No se centra en la trama policial en sí misma, aunque ésta sea interesante y bien construida. Más bien, explora las consecuencias emocionales de la investigación en la vida de Jeanne. La película plantea preguntas sobre la ética del poder judicial, la corrupción, la responsabilidad personal y la soledad del individuo frente a la maquinaria del estado. La película desmitifica la figura del juez, mostrando a una mujer que, a pesar de su posición de autoridad, es incapaz de escapar de sus propios demonios. El guion, a menudo, deja al espectador con más preguntas que respuestas, lo que invita a la reflexión y al debate posterior.

Aunque la trama principal es sólida, la película podría haber beneficiado de un desarrollo más profundo de algunos personajes secundarios. El marido de Jeanne, interpretado por Denis Ménochet, es un hombre decente que lucha por mantener su matrimonio a pesar del estilo de vida frenético de su esposa. Sin embargo, su papel, aunque bien interpretado, se siente a veces limitado. No obstante, la fuerza reside en el análisis de Jeanne, la protagonista y eje central de la narrativa. "Borrachera de poder" no pretende ofrecer soluciones fáciles, sino más bien, ofrecer un espejo inquietante en el que el espectador se ve reflejado, confrontado con la fragilidad humana y la oscuridad que puede acechar incluso en los más poderosos.

Nota: 8/10