“Boyka: Invicto IV” no es precisamente una obra maestra del cine de acción, pero sí un ejercicio repetitivo y visceral de la franquicia. La película, que se sitúa dentro de la saga de este personaje inmortalizado por Steven Seagal, se centra en la implacable venganza de Boyka, interpretado una vez más por Daniel Aráoz, quien, a pesar de su físico imponente, carece de la química y carisma que Seagal aportaba a este papel. El argumento, aunque simple, nos presenta a un luchador, con una reputación ya establecida, involucrado en un asesinato que le obliga a usar sus habilidades para rescatar a la viuda del fallecido de una peligrosa familia de la mafia rusa. No se trata de una trama original, ni mucho menos. El hilo narrativo es predecible y se apoya en clichés del género, evitando cualquier giro sorprendente.
La dirección de Dimitri Iashvili se mantiene dentro de los parámetros del cine de acción de bajo presupuesto. Las escenas de lucha son coreografiadas con precisión y un cierto realismo, aunque su ritmo es a veces irregular. Hay momentos de tensión genuina, especialmente durante las confrontaciones cuerpo a cuerpo, pero la película, en general, carece de la atmósfera y la puesta en escena que podrían haber elevado el nivel. La fotografía, aunque funcional, no aporta nada particularmente memorable. Se centra en la acción y los escenarios, dejando de lado cualquier consideración estética que pudiera haber enriquecido la experiencia visual.
La actuación de Daniel Aráoz es, como suele ser habitual en estas entregas, competente. Transmite la dureza y el resentimiento de Boyka con una seriedad que es, en cierto modo, la única virtud de la película. Sin embargo, su interpretación es unidimensional, careciendo de profundidad emocional y de la sutileza que habría enriquecido al personaje. Los antagonistas, interpretados por actores poco conocidos, son caricaturas unidimensionales, con motivaciones superficiales y un desarrollo psicológico inexistente. El conflicto con la familia rusa se siente más como un ejercicio de violencia gratuita que como una amenaza real.
Lo más notable, quizás, es la constante repetición de elementos visuales y temáticos de las entregas anteriores. Se utiliza la misma banda sonora, la misma estética de violencia implacable y la misma narrativa basada en la venganza y la redención. Esto crea una sensación de déjà vu que puede resultar frustrante para el espectador. La película no se atreve a explorar nuevas vías para el personaje de Boyka, ni tampoco a cuestionar la violencia como elemento central de su existencia. Simplemente se repite el mismo patrón, con algunos incrementos en la cantidad de sangre y en la intensidad de las escenas de lucha.
En definitiva, "Boyka: Invicto IV" es una película de acción pulcra, entretenida en su medida y con un argumento que se centra en la simple resolución de un conflicto. Sin embargo, su falta de originalidad, la repetición de elementos conocidos y la actuación poco profunda de los protagonistas la convierten en una experiencia cinematográfica limitada. No es mala, pero tampoco destaca ni ofrece nada nuevo al género.
Nota: 5/10