“Braindead: Tu madre se ha comido a mi perro” (conocida también como “Bad Taste”) no es simplemente una película de zombies; es una experiencia cinematográfica visceral y caótica que se aferra a la memoria con una fuerza sorprendente. Peter Jackson, en su debut como director, entrega una comedia de terror de culto que, a pesar de su estética barroca y su premisa absurda, consigue ser impactante y, sobre todo, tremendamente divertida. La película, estrenada en 1994, explora la relación entre el horror y la sátira, y lo hace con una audacia y una creatividad que la mantienen relevante hoy en día.
La dirección de Jackson es impecable. Construye una atmósfera de locura progresiva que culmina en una explosión de gore y humor negro. La película sabe equilibrar la repulsión visual con momentos de genuina comedia, aprovechando al máximo el maquillaje prostético de Tom Billington, que se ha convertido en sinónimo de la estética de Jackson. El uso de la cámara, a menudo en primeros planos, intensifica la sensación de incomodidad y ofrece detalles grotescos que alimentan la comedia. La acción, aunque exagerada, es dinámica y frenética, evitando caer en la repetición y manteniendo el interés del espectador hasta el final.
Las actuaciones son sólidas. Jim Morginson, como el joven Lionel, transmite una vulnerabilidad y una desesperación que son contagiosas. Su relación con Paquita (Emily Wright) se construye de forma natural, y la dinámica con la madre de Lionel (Virginia Broadbent) es hilarante gracias en parte a la interpretación de Broadbent, quien ofrece una lectura exagerada y memorable de la mujer controladora e incapaz de vivir si su hijo no es feliz. La película se beneficia de un reparto secundario talentoso que complementa a los protagonistas, aportando matices y momentos cómicos a cada escena.
El guion, escrito por Jackson y Mark Swezey, es la columna vertebral de la película. Presenta una trama aparentemente simple pero que se complica con una serie de eventos inesperados y situaciones absurdas. La construcción de la “maldición” del mono rata es ingeniosa, y el desarrollo de la transformación de la madre de Lionel es uno de los aspectos más memorables de la película. Lo que hace que el guion resalte es su capacidad para mezclar elementos de terror y comedia con una naturalidad que confunde al espectador, obligándolo a cuestionar la veracidad de lo que está viendo. No se toma a sí misma en serio, y eso es precisamente lo que la hace tan disfrutable.
“Braindead” es, en definitiva, una película que desafía las convenciones del género de terror y que celebra la creatividad y la audacia. Es un clásico moderno que ha influido en numerosas películas de terror posteriores y que sigue siendo tan divertida y sorprendente hoy en día. Es una obra maestra del cine de culto que merece ser vista y revisitada.
Nota: 8.5/10